Alicia Framis parte de los conflictos o las contradicciones que ve a su alrededor para plantear nuevas ideas, modelos o prototipos que configuran sus series de trabajos. La violencia, la seguridad, la convivencia, la comunicación o la soledad son algunos de los principales temas que han articulado sus propuestas. Framis se involucra en temas y proyectos concretos durante un tiempo determinado, que puede ir desde unos días hasta unos años. Durante ese lapso de tiempo, y a la manera de auténticos work-in-progress, los proyectos se van definiendo, se transforman y evolucionan, a menudo en relación a los lugares donde viajan para ser expuestos.
En alguna ocasión, la artista ha definido el objetivo de su trabajo con una frase: “crear un buen concepto para la vida”. Un posicionamiento tan directo como complejo que, en el fondo no hace sino confirmar la necesidad del arte como catalizador de otras formas de ver, de mirar y de cuestionarse las cosas. Unas premisas que comparten todos los proyectos que Framis ha realizado hasta la fecha y entre los que es pertinente recordar algunos, a modo de introducción a Guantanamo Museum, su propuesta más reciente. En Dreamkeeper (1997), por ejemplo, insertó un anuncio en prensa en el que se ofrecía para velar los sueños de personas solitarias; en Remix Buildings (1999-2000) propuso una nueva forma de ver la arquitectura que ponía en relación funciones insospechadas –un cine y un hospital, un metro con un cementerio, una autopista con un monumento conmemorativo, etc.-, con la finalidad de evidenciar hasta que punto nuestra sociedad se empeña en hacer invisibles todos aquellos aspectos de la existencia relacionados con la enfermedad, la vejez, el sufrimiento y la muerte. Anti-dog (2002-2003), una reflexión sobre la violencia contra la mujer, consistió en una colección de vestidos realizados con tejido anti-balas, ignífugo y resistente a las agresiones de perros. Secret Strike (2003-…) es una serie de performances colectivas para las que cuenta con la colaboración de grandes empresas –Tate en Londres, Inditex en Santigo de Compostela, Rabobank en Utrecht…- en las que los trabajadores congelan cualquier acción durante unos instantes de manera que se detiene totalmente la actividad de estas grandes empresas y corporaciones.
La colaboración es, pues, otro aspecto fundamental en el trabajo de Framis. No sólo la de arquitectos, diseñadores, músicos o escritores que se convierten a menudo en sus compañeros de viaje, sino también la de las personas que de manera directa se ven involucrados en sus trabajos o la del propio espectador, que no puede dejar de verse integrado en sus obras.
Guantanamo Museum es el proyecto más reciente de Alicia Framis y el Centro de Arte Santa Mónica es la segunda parada de un viaje que se prevee largo y que se inició en la Galeria Helga de Alvear de Madrid, con un “bloc de notas” en el que la artista presentaba sus inquietudes en relación a un tema de actualidad: la prisión de Guantánamo. Desde el año 2002, el ejército de los Estados Unidos utiliza su base en la bahía de Guantanamo (Cuba) como prisión militar. Dotada de fuertes medidas de seguridad, los presos de Guantánamo, arrestados y encarcelados sin ser sometidos a un juicio previo, son considerados como “enemigos combatientes» y sospechosos de terrorismo, privados de cualquier derecho y sistemáticamente torturados…. En todo el mundo son numerosas las iniciativas que condenan la existencia de Guantánamo. Hace unas semanas, la prensa anunciaba que “el Supremo de EEUU da el golpe de gracia al limbo de Guantánamo”, al declarar que los detenidos tienen el derecho constitucional de defenderse ante los tribunales civiles estadounidenses. Este puede ser el fin definitivo de Guantánamo.
El proyecto de Alicia Framis parte de la constatación de que con toda probabilidad la prisión de Guantánamo será cerrada pronto e irremediablemente convertida en museo, puesto que vivimos en una sociedad que tiene una necesidad desmedida de musealizarlo todo. Auschwitz o Alcatraz son buenos ejemplos de cómo desde la memoria del horror se pueden llegar a crear souvenirs turísticos. Alicia Framis no pretende ser categórica ni dar soluciones, sino que quiere profundizar en esta controversia: ¿es legítimo transformar el horror en un elemento turístico de consumo? O, por el contrario, ¿la creación de estos museos es un mal menor para que ciertos horrores no caigan en el olvido?
El proyecto de Alicia Framis, Guantanamo Museum, subraya esta paradoja para proponer un posible museo para Guantánamo. Un museo que sin duda se irá definiendo durante las sucesivas ocasiones en que la artista exponga su proyecto. Por eso, en esta exposición en el CASM, la artista ha querido centrarse en un aspecto esencial, el factor humano, y recordar a todos los presos que han pasado, o todavía están en Guantánamo. Guantanamo Museum: The List es un memorial en el que los 274 cascos de moto cortados evocan la desprotección y el atentado a la integridad que sufren los prisioneros, mientras la voz del músico Blixa Bargeld lee en voz alta todos los nombres de los presos, un listado ordenado por el escritor Enrique Vila-Matas, que nos recuerda su presencia al mismo tiempo que su ausencia.
Paralelamente, Guantanamo Museum: Sketches muestra una reinterpretación de los espacios de la prisión y cómo pueden ser transformados en la propuesta de museo, cuyo lema es “Things to Forget”. Para definir los objetos que formarán parte del museo, la artista ha trabajado y continúa haciéndolo con diversos colaboradores, entre arquitectos, diseñadores y estudiantes de diseño, mediante una serie de talleres que se han desarrollado en la Escuela de Moda Felicidad Duce (Barcelona), el Instituto Europeo de Diseño (Madrid y Barcelona) y Can Xalant (Mataró). Como resultado de estos talleres, se presenta también en la exposición Guantanamo Museum: Workshops, una selección de propuestas y prototipos que ya forman parte de esta propuesta de Alicia Framis para el Museo de Guantánamo, el que debería ser el último de los museos surgido del horror.
Montse Badia
Junio 2008