El registro de los hechos y, sobre todo, su repetición son una constante en el trabajo de Peter Land (Aarhus, Dinamarca, 1966). Con ellos, el artista se propone reflexionar sobre las condiciones básicas de la existencia y buscar un sentido en actos que parecen no tenerlo.
El artista se filma en situaciones extrañas, y a menudo grotescas, de tal modo que la caricatura extrema contribuye a la definición más clara de los temas que afronta. Sus vídeos, dibujos e instalaciones suelen mostrarlo en procesos obsesivamente repetitivos y condenados al fracaso: vestido como un showman de televisión pasado de moda que inútilmente intenta sentarse en un taburete mientras se cae una y otra vez (Pink Space, vídeo, 1995); intentando pintar el techo de una habitación encaramado a una escalera de mano, sin poder evitar caerse una y otra vez (Step Ladder Blues, vídeo, 1995); protagonizando extraños sueños que le ponen en situaciones tan ridículas como angustiosas (The Strange Dream Came Back Again LastNight, serie de dibujos, 1997); precipitándose por una escalera sin fin (The Staircase, vídeo, 1998); hundiéndose con su barca en un lago (The Lake, vídeo y fotografías, 1999). Como un Sísifo carente de trascendencia y abiertamente humorístico, Land se cae, se levanta y vuelve a caerse sin parar, y se confronta con sus temores en un intento permanente de superación.
Tal y como el propio artista ha declarado en alguna ocasión: “Supongo que en mi obra, a través de la grabación de actos y su repetición, intento reflejar algunas de las condiciones básicas de mi propia existencia y tal vez conferir una especie de sentido aparente a lo que carece de sentido. Puede que tal sentido consista en poner al descubierto aquello que carece de sentido (…) Buena parte de mi obra se centra en la desilusión; la impresión de que el sentido se te escapa cuando más lo necesitas; cuando crees que has entendido el mundo tal como es y que has situado las cosas en la perspectiva correcta, de repente sucede algo que viene a arruinar esa sensación. Tu mundo se viene abajo y tienes que volver a empezar.”
Al situarse personalmente en situaciones que evidencian diferencias en cuanto a las normas de la sociedad, el artista intenta revisar o renovar la percepción de sí mismo o el sentido social de su ocupación. El artista nos lo explica de nuevo: “En toda mi obra, intento aislar distintos aspectos de mi propia autopercepción. Es como si pusiera a prueba mi identidad por medio de reflexiones consistentes en grabaciones de mí mismo en una serie de situaciones escenificadas. Dichas situaciones son a menudo grotescas, caricaturizadas o llevadas al extremo, en un procedimiento para aislar y ampliar el tema, cristalizarlo y transmitirlo con la máxima claridad posible para mí mismo y para un público eventual. Considero que llevar las cosas al extremo es una manera de enfocarlas, o como dijo en una ocasión el pintor danés Asger Jorn: ‘O se llega a los extremos o no se llega a ninguna parte.’ (…) El principal motivo por el que recurro a mí mismo para aparecer como personaje en mi obra está relacionado con la idea de narración. Me sentiría incómodo si recurriera a otra persona, ya que considero que mis obras son en gran medida una declaración de principios, y si utilizara a alguien más, sería como poner mis palabras en boca de otro. Creo que difuminaría el sentido de la obra.”
Creada expresamente para Espai 13, la instalación Hasty Departure (Partida precipitada) presenta una escultura de la que casi podríamos decir que se convierte en una forma de congelar una acción imposible y fuera de control. Podría tratarse perfectamente de una escena extraída de una película de Buster Keaton, Harold Lloyd, o de los dibujos animados más absurdos y surrealistas: por el techo vemos desaparecer una pierna cogida por una mano. En el otro extremo, la mano sostiene una maleta que ha quedado abierta y cuyo contenido está desparramado por el suelo. Realmente, una salida muy precipitada.
Unas puertas de reducidas dimensiones nos invitan a cruzar un umbral que es del todo imposible para nosotros. En este caso no podemos dejar de pensar en las historias de Lewis Carroll (por quien Peter Land se declara totalmente fascinado), así como en las ilustraciones originales de Sir John Tenniel para el libro Alice in Wonderland, que son un referente para el artista danés. Al igual que Carroll, Land nos invita a penetrar en otra dimensión, en la que las cosas tienen una lógica distinta de la que dictan las normas, un mundo en el que las convicciones o las creencias que creíamos sólidas se vuelven transitorias y poco fiables.
Con su trabajo, Peter Land se nos aparece como un analista de nuestro presente, lúcido y melancólico a partes iguales. El artista se expone personalmente como objeto de estudio, con su cuerpo, su yo, sus temores y sus dudas, para revelar la fragmentación, la dignidad y el absurdo del hombre contemporáneo, tal y como es visto a través de las imágenes diarias transmitidas por nuestros códigos culturales y los medios de comunicación. Como muy bien afirmaban Renate Wiehager y Knut Nievers en su texto “Ground-less”: “Dondequiera que fije la mirada en su búsqueda de una ‘unidad’ tras el mundo cotidiano que dote de sentido a la vida, Land acaba reconociendo su propia inmanencia. No existe una respuesta definitiva para la pregunta, formulada una y otra vez y presentada como una repetición y una acción repetida a la manera de Sísifo: ‘¿Qué estoy haciendo aquí?’”
Montse Badia
Marzo 2005