En el año 2009, Maria Acaso publicó el libro “La educación artística no son manualidades. Nuevas prácticas en la enseñanza de las artes y la cultura visual”, cuyo contenido es hoy tanto o más pertinente que hace seis años. Mientras el papel que la educación artística juega en la educación obligatoria es cada vez más secundario, Acaso reivindica la necesidad de reforzar la educación artística, para crear un pensamiento crítico visual. Si tenemos en cuenta que estamos sometidos a una constante avalancha de imágenes, parece sensato pensar que, como ciudadanos críticos y responsables, necesitamos saber leer las imágenes y sus mecanismos. De otro modo, nos convertimos en analfabetos ante las imágenes y, por tanto, esclavos de los mensajes. Aunque quizás eso es precisamente lo que se espera de nosotros en este mundo que cada vez se parece más al que George Orwell describiera en “1984”.
Seguramente estos argumentos críticos y catastrofistas no convencen a todo el mundo. Además, la falta de datos concretos y fiables de evaluación acostumbra a ser uno de los tics más característicos del mundo del arte contemporáneo, que siempre se resiste a quedar reducido a cifras y estadísticas. Para corregir este defecto, en Estados Unidos se hizo un estudio, seleccionando aleatoriamente a 11.000 estudiantes de diversas escuelas a los que se dio acceso a una serie de actividades artísticas (exposiciones, talleres, obras de teatro, etc) que sus compañeros de escuela no tenían. Para valorar los resultados de este experimento se tuvieron en cuenta las mejoras en aspectos no sólo académicos, sino otras destrezas creativas necesarias para vivir en la economía global del siglo XXI. El estudio concluía también que el acercamiento al arte desde pequeños contribuye a un mejor desarrollo personal y una mayor autoestima, tiene un impacto positivo en valores como la tolerancia y la empatía y contribuye al desarrollo de un pensamiento crítico, mayor capacidad de observación y análisis.
Mientras la sociedad regida por las leyes de la economía o, lo que es peor, de la deuda, prefiere ignorar estas opciones, desde el mundo del arte hace tiempo que se vive un acercamiento a los temas educativos. Existe un giro hacia la educación que se hizo muy visible en el año 2006, cuando los comisarios de Manifesta 6 en Chipre decidieron sustituir el formato de exposición de la bienal por la creación de una escuela de arte. Aunque finalmente, por motivos diversos, el evento se canceló, desde entonces han sido numerosas las propuestas curatoriales basadas en formatos educativos, proyectos pedagógicos de larga o corta duración o escuelas libres y participativas.
Desde el año pasado, en el Espai 13 de la Fundació Miró de Barcelona y bajo el comisariado del colectivo Azotea (Ane Agirre y Juan Canela) se trabaja en esta dirección desde formatos híbridos y transversales. El ciclo Lesson 0 se centra en propuestas relacionadas con la pedagogía que investigan en formas renovadas de creación de conocimiento. Seminarios, residencias de artistas en institutos de educación secundaria, sesiones de trabajo con docentes o investigaciones acerca de modelos educativos son algunos de los focos de una propuesta cuyos resultados, seguro, no serán visibles a corto plazo, pero sí de gran relevancia para el futuro.