Es muy preocupante lo que está sucediendo con algunas estructuras artísticas de Barcelona que hasta hace muy poco ejercían un papel clave en el apoyo a la (llamémosla) creación joven. Es el caso del Espai 13 de la Fundación Joan Miró que recientemente ha cedido su espacio a las producciones de los alumnos de una escuela de arte (una escuela de calidad como Le Fresnoy, pero una escuela al fín y al cabo) o Montcada, un espacio ahora diluído en el contexto de Caixaforum y probablemente llamado a desaparecer silenciosamente en una o dos temporadas más… En este cambio de rumbo, ambos espacios han dejado de lado una sus funciones más importantes en el apoyo a jovenes comisarios independientes: ofrecerles la posibilidad de articular un programa completo de exposiciones y no sólo de presentar proyectos aislados.
La Capella es otro de los espacios que hace tiempo ha perdido su papel de referente en relación a las dinámicas de la creación contemporánea. Su línea de programación excesivamente ambigua y desenfocada le permite acoger proyectos tan diversos como arte de Belice, “Soy la ciudad“ de Alexander Apostol, los trabajos de final de curso de la Escuela Massana o la exposición que presenta estos días titulada Berlin Tendenzen, por mencionar sólo algunas.
Berlin Tendenzen se encuadra en el marco de un proyecto impulsado desde el Ayuntamiento de Barcelona que promueve los intercambios culturales entre artistas de diferentes contextos. Méjico, Belice, Bangkok y Rejkiavik han sido hasta ahora algunas de las ciudades con las que se han realizado intercambios que han sido bastante desiguales y no siempre afortunados. Si, por una parte, las exposiciones de artistas de aquí en ciudades como Méjico, Bangkok o Rejkiavic han contado con aproximaciones curatoriales muy cuidadas y una rigurosa selección de artistas, no siempre ha sido así en la contrapartida de estos intercambios entre los que han llegado proyectos en los que no podemos dejar de tener la impresión que el trabajo de investigación ha sufrido una falta de precisión en su enfoque, quizás también en lo que se refiere a sus interlocutores y, definitivamente, en la selección de los artistas. Este fue por ejemplo el caso de Polonia y también el de la exposición que ahora nos ocupa.
En el caso de Berlín Tendenzen, el problema viene dado por el punto de partida adoptado que nos hace cuestionar en primer lugar si unos cuantos trabajos aislados bastan para dar una idea del contexto en el cual se han desarrollado y si es posible reducir la escena artística berlinesa a una presentación única. A mi juicio, la respuesta es rotundamente negativa.
Berlín fue una ciudad dividida hasta el año 1989. Su situación enmedio de la antigua República Democrática Alemana hizo que durante muchos años la ciudad fuera considerada como una isla. Para contrarestar esta extraña situación, la ciudad disfrutó de algunos privilegios al tiempo que recibía ayudas económicas del estado para modernizar infraestructuras y también para el desarrollo de actividades culturales que se convertían en una forma indirecta de promoción del mundo occidental en contraste con el bloque comunista. Esta peculiar situación la hizo abrirse a formas de vida liberales y “alternativas“, y la convirtió en un tolerante lugar de encuentro de creadores de la más diversa procedencia. En definitiva, en una isla no sólo en Alemania sino en Europa.
Berlin Tendenzen toma como referencia el momento de euforia inicial tras la caída del muro y la posterior desaparición de la RDA que se transformó endecepción a causa de la implacable lógica del capitalismo neoliberal
Berlin Tendenzen toma como referencia el momento de euforia inicial tras la caída del muro y la posterior desaparición de la RDA que se transformó en decepción a causa de la implacable lógica del capitalismo neoliberal. La exposición alude al sentimiento de “Ostalgie“ (o la nostalgia por las formas de vida relacionadas con la antigua Alemania oriental, un espíritu que aparecía perfectamente reflejado en películas como Berlín está en Alemania (2001) de Hanner Stöhr o Good Bye Lenin (2003) de Wolfgang Becker, donde la mirada perpleja de sus protagonistas permitía un retrato bien agudo de todos estos cambios) para contextualizar los trabajos artísticos que presenta.
Y ahí radica precisamente el problema de Berlín Tendenzen. No cabe duda que Berlín es una ciudad con una intensa, más que frenética, actividad cultural. Curiosamente, uno de los motivos por los cuales tantos artistas se instalan en ella es la cantidad de espacios disponibles y los bajos costes de los alquileres (no olvidemos que coincidiendo con el final de la guerra fría numerosos espacios quedaron en desuso). Berlín es, pues, muchas ciudades en una y también una ciudad llena de contradicciones y en la que conviven diferentes escenas culturales. Por eso, cualquier intento de intentar explicarla a partir de una reducida selección de pinturas, vídeos o instalaciones es una batalla perdida de antemano. Sólo una aproximación mucho más compleja que se propusiera analizar el contexto (no sólo berlinés, sino el impacto de la actualidad mundial que de verdad motiva el trabajo artístico) podría convertir la exposición en una verdadera herramienta de pensamiento y de interrogación.