Bosques y tiburones. Sobre rankings de los 40 principales y artistas difíciles de encasillar

En los últimos meses, en que parece que toda información debe pasar por el filtro de la crisis y la economía, algunos periódicos han celebrado la publicación de la versión castellana del libro «El tiburón de 12 millones de dólares» del economista Don Thompson para reunir una serie de argumentos con los que desprestigiar el arte contemporáneo.

El libro aporta muchas informaciones y numerosas anécdotas que hacen su lectura entretenida, pero que nadie se lleve a engaño pensando que le dará las claves para entender el arte contemporáneo de la A a la Z. La visión de Thompson es que todos los galeristas quieren ser Larry Gagosian, todos los coleccionistas quieren emular a Saatchi y todos los artistas aspiran a ser Damian Hirst. El arte se reduce a un sistema de marcas, en el que Richard Prince y Louis Vuitton son intercambiables. Sorprendente descubrimiento de Thompson cuando estamos más que acostumbrados a que todo lo que nos rodea (ciudades, universidades, museos, actores o festivales de cine) sean marcas: desde Barcelona hasta Harvard, pasando por el MOMA, el tandem Brad Pitt-Angelina Jolie o el Sundance Film Festival. El problema de Thompson es que reduce Félix González Torres a aquel que hizo una escultura con un montón de caramelos y su mayor afán parece ser elaborar la lista de los 25 artistas más influyentes en base al valor otorgado por los resultados en las subastas.

Hace unos años, en una entrevista en Artforum preguntaron a John Baldessari quien creía que era el artista más influyente para las generaciones posteriores. Baldessari respondió: Rodney Graham. El trabajo de Rodney Graham, de quien estos en estos días podemos visitar una excelente exposición comisariada por Friedrich Meschede en el MACBA, no es precisamente fácil. Formado en historia del arte, antropología, literatura inglesa y francesa, en sus trabajos ha explorado aspectos relacionados con la literatura, la fotografía, el cine, la psicología, la antropología y el arte.

La observación de una misma frase («through the forest») repetida en la misma posición en dos ocasiones en el libro «Lenz» de Georg Büchner, es tomada como leitmotiv y titula la muestra del MACBA «A través del bosc» que se articula en diferentes capítulos: la biblioteca o el archivo, con gran parte de los referentes de este artista; el bosque, una intervención en el que dos generadores iluminaron con potencia un bosque cambiando la percepción del lugar; la música, subrayando un fragmento de Parsifal; el cine y la fotografía y, finalmente, la identidad del artista, en la que, con inteligencia, distancia y mirada crítica, Rodney Graham se autorepresenta como artista Fluxus (tirando patatas contra un gong), como músico clásico, como aficionado con talento o, como pintor seguidor de la Escuela de París.

No es casualidad que Rodney Graham no aparezca en los listados de Don Thompson, entre otras cosas, porque sería imposible resumir su trabajo en una sola frase. Afortunadamente.