Una de las responsabilidades de un museo es la activación de significados, mediante la contextualización de aquello que se presenta. No es lo mismo, por ejemplo, contemplar el emblemático collage de Richard Hamilton «Just What Is It That Makes Today’s Homes So Different, So Appealing?» de manera aislada, que verlo junto a otras obras del mismo período, el catálogo de la exposición «This is Tomorrow», revistas de la época o discos y películas del mismo momento.
En una de sus primeras declaraciones como director del MACBA, en abril de 2008, Bartomeu Marí subrayaba la importancia de los documentos, del material impreso, audiovisual y sonoro, para contextualizar mejor los trabajos de los artistas y para entender mejor la historia. Anunciaba también el activo papel del Centro de Estudios y Documentación, no sólo como lugar de archivo, de conservación y de estudio para especialistas, sino también como lugar de investigación, presentación y debate.
Cuando los índices del mercado se sitúan en unos niveles en los que incluso las obras más conceptuales (véase por ejemplo, «Shapolsky et al. Manhattan Real Estate Holdings, a Real-Time Social System, as of May 1st, 1971» de Hans Haacke) deben ser adquiridas en colaboración con otras instituciones museísticas, no parece una mala estrategia el ampliar la mirada a otros medios o formatos, utilizados por numerosos y renombrados artistas, cuyos precios son, por el momento, más asequibles. No cabe duda de la importancia de crear un fondo documental «destinado a establecer con la colección MACBA estrechos vínculos de continuidad para enriquecerla y expandir su potencial», tal como reza en la propia página Web del museo.
«En los márgenes del arte. Creación y compromiso político» es una exposición documental comisariada por Guy Schraenen que estos días puede verse en la sala de exposiciones del Centro de Estudios y Documentación del MACBA. Británico residente en París, Schraenen fue director en los 60 de la galería Kontakt en Amberes y es un coleccionista centrado especialmente en el período 1960-1980 e interesado por «el material impreso» que para él es tan fundamental como las obras de arte. Schraenen fue comisario de dos exposiciones anteriores en el MACBA, «Edición agotada» (2001) y «Vinilo. Discos y carátulas» (2006). En ambas, al igual que en la que ahora nos ocupa, el comisario presentaba material de su propia colección para mostrar como los artistas de los años 60 utilizaban otros canales de producción y difusión (carteles, postales, etc.) para huir precisamente de los museos e instituciones considerados como establecidos. En el caso de «Vinilo. Discos y carátulas» además hacía hincapié en la fructífera relación entre artes visuales y música al presentar material fruto de colaboraciones entre músicos y artistas.
«En los márgenes del arte. Creación y compromiso político» destaca el papel crítico y activo del artista, y para ello recoge toda una línea que recorre el siglo XX, y que para él se intensifica entre 1960 y 1980, de las prácticas artísticas entendidas como elemento de irritación, de contestación y de repulsa que utiliza canales ajenos a los circuitos artísticos para establecer una comunicación más directa, efectiva y, por qué no, polémica. Para Schraenen este período concluye en la década de los 80, con el protagonismo alcanzado por el mercado del arte, los cambios sociales y un talante más conservador y reaccionario que todavía hoy padecemos.
La exposición en el vestíbulo del Centro de Documentación ofrece una mirada transversal que, tomando como eje articulador esa actitud crítica y de denuncia, relaciona elementos, acciones y creadores de diferentes contextos geográficos y temporales a partir de 230 libros de artista, revistas, folletos, carteles y postales, entre otros. Así, el compromiso político y la concepción del arte como instrumento de acción política se hace evidente en las declaraciones «por un arte revolucionario e independiente» de los surrealistas en los años 30. En los 60 y 70 ese mismo espíritu se retoma en revistas de arte y política como «Konkret» a la cabeza de cuya redacción estaba Ulrike Meinhof (que más tarde se integraría en la RAF), en las publicaciones de los situacionistas o en el material publicado para defender los derechos civiles de los Black Panthers. Y en los 80 se mantiene el tono combativo, aunque con ironía, en los carteles e insertos para defender los derechos de género por parte de Guerrilla Girls. La inmigración aparece tanto en referencias a los homeless con Art in Ruins como en la publicación de El Perro «Wayaway» sobre deportaciones de inmigrantes ilegales.
A pesar de la relevancia del tema, de su enfoque e incluso de los materiales presentados, «En los márgenes del arte» parece mostrarse como una exposición para «especialistas», sin hacer el menor esfuerzo por acercar o por explicarse. Distribuye el material en una docena de vitrinas y en las paredes de la sala sin reparar (o quizás es su voluntad) que algunos de los elementos podrían «activarse». ¿Por qué no incorporar elementos audiovisuales que nos situarían mejor en aquello que nos muestran? ¿Por qué no, por ejemplo, completar la presencia del vinilo de Joseph Beuys, «Sonne Statt Reagan» con el vídeo que le muestra cantando y que se encuentra incluso en Youtube? ¿Por qué si en las dos anteriores exposiciones comisariadas por Schraenen los documentos estaban «vivos», aquí decide mostrarlos de una manera tan austera y «desactivada»? ¿Por qué la exposición no deja traslucir un ápice de la actitud vital, crítica y comprometida de su comisario que en cambio sí comunica con sus palabras en la sección Son(i)a #84 de la página Web del museo:http://rwm.macba.cat/ca/sonia?
Una exposición documental puede ser el lugar o el formato capaz de redefinirse, de ser audaz y arriesgada, de mezclar, superponer y contraponer con más libertad y menos restricciones que las piezas de una colección, por ejemplo. Hace tiempo que la investigación ya no sucede sólo en bibliotecas silenciosas y que los archivos y los documentos no son sólo para especialistas, todo depende de la manera en que sean presentados y en que se ofrezca el acceso a ellos. Es importante estar atentos a los cambios que se producen y, en ese sentido, recordamos el caso reciente del informe escrito por un adolescente sobre los medios de comunicación -y sus hábitos de uso- que fue tomado muy en serio por Morgan Stanley y publicado en el Financial Times porque, a pesar de la falta de rigor científico de su autor, evidenciaba unas formas de comportamiento generalizadas que daban pistas suficientes para vislumbrar las necesidades urgentes de adaptación de los medios de comunicación para no quedarse sin usuarios en un futuro próximo.