http://www.a-desk.org/highlights/Economia-del-arte.html
http://www.a-desk.org/highlights/Economics-in-Art.html
http://www.a-desk.org/highlights/Economia-de-l-art.html
El tema de la exposición del verano en el Museo de Arte Contemporáneo de Cracovia (MOCAK) no es precisamente ligero. Comisariada por Monika Koziol, Delfina Piekarska y Maria Anna Potocka, Economía del arte se propone analizar aspectos como los posibles diálogos entre arte y economía, la dependencia del arte del mercado o cómo se define el valor en arte. El resultado es una exposición que reúne trabajos de treinta y cinco artistas, entre los que encontramos un estudiado equilibrio entre nombres de referencia, como Joseph Beuys, Antoni Muntadas, Alfredo Jaar, Andreas Gursky, Santiago Sierra o Rirkrit Tiravanija; una buena representación de la escena artística polaca (Rafal Bujnowski, Oskar Dawicki, Pola Dwurnik) y otros artistas bien activos en la escena internacional, como Dan Perjovschi, Christoph Büchel, Leopold Kessler, Michael Landy o Jota Castro, entre otros.
Si hace diez años el Museo Ludwig de Colonia en el proyecto Economía del tiempo proponía un tema parecido pero mucho más acotado y concreto: la ambigüedad de las nociones de producción y efectividad en arte, Economía del arte pone de nuevo en evidencia como la exposición sigue siendo un problema para los proyectos de tesis y, como ocurre demasiado a menudo, se acaba convirtiendo en un muestrario de posibilidades de aquello que el catálogo termina explorando más a fondo. En este caso, la exposición apunta diversos temas y aproximaciones, de los que mencionaremos solo algunos: la anotación “Künst-Kapital” escrita en un billete de 10 marcos por Joseph Beuys (y reinterpretado años más tarde por Alfredo Jaar); el tiempo que tardan en desaparecer 1000 $ tras sucesivos cambios de moneda (Antoni Muntadas); la destrucción de todas las pertenencias del artista planteada como una cadena de producción (Michael Landy); la subasta en ebay de la participación artística en la bienal Manifesta (Christoph Büchel); un programa de teletienda en el que se venden obras de arte (Christian Jankowski), o la actualidad comentada mediante dibujos tan directos como precisos (Dan Perjovschi).
La exposición es convencional en relación a lo que muestra y como lo muestra. Incluye diversas propuestas relacionadas con el papel moneda pero no, por ejemplo, el Time Bank iniciado por Anton Vidokle que es una propuesta real de otro tipo de economía, tan alternativa como antigua, basada en el intercambio. Y si pensamos en propuestas idiosincráticas que cuestionan la economía del arte de una manera real, encontramos a menos de 100 Km del Museo de Arte Contemporáneo de Cracovia, Bury Mis, el estudio de un artista-diseñador-inventor, independiente de galerías y mercados, que recoge tanto la herencia de Schwitters y su Merzbau como las ideas de Monte Veritá, tan apreciadas por Harald Szeemann.
Pero volviendo al catálogo de la exposición, es el texto del periodista y escritor Edwin Bendyk “La fábula de las abejas: los dividendos artísticos y la economía de Warhol” el que centra el tema y amplia el ámbito de reflexión más allá de las artes visuales. Según Bendyk, la tradicional teoría del valor no sintoniza bien con los artistas, a no ser que estos estén directamente relacionados con un trabajo productivo, es decir, creando valor en el mercado. Sin embargo, a partir de la noción de economía de la singularidad (que va más allá del valor objetivo porque tiene en cuenta otros factores y contribuciones) el arte y la cultura deberían ser tratados siguiendo el ejemplo de las abejas que narra el economista francés Yann Moulier Boutang en su libro L’abeille et l’économiste, de modo que el valor del trabajo de las abejas no vendría determinado por la producción de miel, sino por las consecuencias de su trabajo previo en las flores. “Desafortunadamente”, conluye Bendyk, “la lógica del capitalismo ha impedido que los campos del arte y la cultura se conviertan en un espacio para la inversión que expanda el prado donde las abejas puedan trabajar de forma creativa”.
El ejemplo de las abejas enlaza perfectamente con un libro del artista Antonio Ortega recién publicado y comentado aquí por Gloria Guirao no sólo por el gusto de Ortega en ilustrar sus teorías con ejemplos sino porque en Demagogia y propaganda en arte, la economía del arte es uno de los temas centrales, en este caso desde el punto de vista del papel determinante de la institución.
(ENG)
The theme of the summer exhibition at the Museum of Contemporary Art of Krakow (MOCAK) is not exactly light. Curated by Monika Koziol, Delfina Piekarska and Maria Anna Potocka, Economics in Art aims to analyse aspects like the possible dialogues between art and economics, art’s dependence on the market or how the value of art is defined. The result is an exhibition that brings together pieces by thirty-five artists, amongst whom we find a carefully considered balance of referential figures, such as Joseph Beuys, Antoni Muntadas, Alfredo Jaar, Andreas Gursky, Santiago Sierra or Rirkrit Tiravanija; a good representation of the Polish art scene (Rafal Bujnowski, Oskar Dawicki, Pola Dwurnik) and other artists very active on the international scene, such as Dan Perjovschi, Christoph Büchel, Leopold Kessler, Michael Landy or Jota Castro, amongst others.
If ten years ago the Museum Ludwig in Cologne in the project Economics of Time proposed a similar but much more specific and succinct theme: the ambiguity surrounding notions of production and efficacy in art, Economics in Art places in evidence how the exhibition continues to be a problem in thesis projects, becoming, as happens all too often, a mere sample of the possibilities that the catalogue ends up exploring in more depth. In this case, the exhibition indicates a variety of subjects and approaches, of which I’ll only mention a few: the annotation “Künst-Kapital” written on a 10 Deutschmark note by Joseph Beuys (and reinterpreted years later by Alfredo Jaar), the time it takes for 1000 $ to disappear after successive money exchanges (Antoni Muntadas), the proposal of the destruction of all the artist’s belongings in the form of a production line (Michael Landy), the auction on ebay of the artistic participation in the biennale Manifesta (Christoph Büchel), a home-shopping programme selling art works (Christian Jankowski) or current affairs commented on in drawings that are as direct as they are precise (Dan Perjovschi).
The exhibition is conventional with regard to what it shows and how it shows it. It includes diverse proposals related to paper money but not, for example, the Time Bank initiated by Anton Vidokle that is a real proposal for another type of economy, one as alternative as it is ancient based on exchange. And if one thinks of idiosyncratic proposals that really question the economy of art, at less than 100 km from the Museum of Contemporary Art of Krakow, one finds find Bury Mis, the studio of an artist-designer-inventor, independent of galleries and markets, that recoups the legacy of Schwitters and his Merzbau as much as the ideas of Monte Veritá so much appreciated by Harald Szeemann.
But returning to the catalogue of the exhibition, it’s the text by the journalist and writer Edwin Bendyk “The fable of the bees: art dividends and the economics of Warhol” that hones in on the subject and amplifies the area of reflection beyond the visual arts. According to Bendyk, the traditional theory of value isn’t in harmony with artists, unless they are directly related to the production of pieces, that is, creating value in the market. But that, based on the notion of the economy of singularity (that goes beyond the value of the objective value because it bears in mind other factors and contributions) art and culture ought to be treated according to the example of the bees that the French economist, Yann Moulier Boutang narrates in his book L’abeille et l’économiste. Where the value of the bees labours isn’t determined by the production of honey, so much as by the consequences of their prior labours with the flowers. “Unfortunately”, concludes Bendyk, “lthe logic of capitalism has impeded the fields of art and culture from becoming a space for investment that expands the field where bees can work creatively”.
The example of the bees links perfectly with the book, published recently, by the artist Antonio Ortega, that Gloria Guirao commented on here, not, just for Ortega’s skill at illustrating his theories with examples, so much as because in Demagogia y propaganda en arte, economics in art is one of the central subjects, in this case looking at the determining role played by the institution.
(CAT)
El tema de l’exposició de l’estiu al Museu d’Art Contemporani de Cracòvia (MOCAK) no és precisament lleuger. Comissariada per Monika Koziol, Delfina Piekarska i Maria Anna Potocka, Economia de l’art es proposa analitzar aspectes com els possibles diàlegs entre art i economia, la dependència de l’art del mercat o com es defineix el valor en art. El resultat és una exposició que reuneix treballs de trenta-cinc artistes, entre els quals trobem un estudiat equilibri entre noms de referència, com Joseph Beuys, Antoni Muntadas, Alfredo Jaar, Andreas Gursky, Santiago Sierra o Rirkrit Tiravanija; una bona representació de la escena artística polonesa (Rafal Bujnowski, Oskar Dawicki, Pola Dwurnik) i altres artistes ben actius en l’escena internacional, com Dan Perjovschi, Christoph Büchel, Leopold Kessler, Michael Landy o Jota Castro, entre d’altres.
Si fa deu anys el Museu Ludwig de Colònia en el projecte Economia del temps proposava un tema semblant però molt més acotat i concret: l’ambigüitat de les nocions de producció i efectivitat en art, Economia de l’art posa de nou en evidència com l’exposició segueix sent un problema per als projectes de tesi i, com passa massa sovint, s’acaba convertint en un mostrari de possibilitats d’allò que el catàleg acaba explorant més a fons. En aquest cas, l’exposició apunta diversos temes i aproximacions, dels quals n’esmentarem només alguns: l’anotació «Kunst-Kapital» escrita en un bitllet de 10 marcs per Joseph Beuys (i reinterpretat anys més tard per Alfredo Jaar); el temps que triguen a desaparèixer $ 1000 després de successius canvis de moneda (Antoni Muntadas); la destrucció de totes les pertinences de l’artista plantejada com una cadena de producció (Michael Landy); la subhasta a ebay de la participació artística a la biennal Manifesta (Christoph Büchel); un programa de telebotiga en què es venen obres d’art (Christian Jankowski), o l’actualitat comentada mitjançant dibuixos tan directes com precisos (Dan Perjovschi).
L’exposició és convencional en relació al que mostra i com ho mostra. Inclou diverses propostes relacionades amb el paper moneda però no, per exemple, el Time Bank iniciat per Anton Vidokle, que és una proposta real d’un altre tipus d’economia, tan alternativa com antiga, basada en l’intercanvi. I si pensem en propostes idiosincràtiques que qüestionen l’economia de l’art d’una manera real, trobem a menys de 100 km del Museu d’Art Contemporani de Cracòvia, Bury Mis; l’estudi d’un artista-dissenyador-inventor, independent de galeries i mercats, que recull tant l’herència de Schwitters i la seva Merzbau com les idees de Monte Verità, tan apreciades per Harald Szeemann.
Però tornant al catàleg de l’exposició, és el text del periodista i escriptor Edwin Bendyk «La faula de les abelles: els dividends artístics i l’economia de Warhol» el que centra el tema i amplia l’àmbit de reflexió més enllà de les arts visuals. Segons Bendyk, la tradicional teoria del valor no sintonitza bé amb els artistes, llevat que aquests estiguin directament relacionats amb un treball productiu, és a dir, creant valor al mercat. No obstant això, a partir de la noció d’economia de la singularitat (que va més enllà del valor objectiu perquè té en compte altres factors i contribucions), l’art i la cultura haurien de ser tractats seguint l’exemple de les abelles que narra l’economista francès Yann Moulier Boutang en el seu llibre L’abeille et l’Economiste, de manera que el valor del treball de les abelles no vindria determinat per la producció de mel, sinó per les conseqüències de la seva feina prèvia amb les flors. «Desafortunadament», conclou Bendyk, «la lògica del capitalisme ha impedit que els camps de l’art i la cultura es converteixin en un espai per a la inversió que expandeixi el prat on les abelles puguin treballar de forma creativa».
L’exemple de les abelles enllaça perfectament amb un llibre de l’artista Antonio Ortega, recentment publicat i comentat aquí per Gloria Guirao, no només pel gust d’Ortega en il·lustrar les seves teories amb exemples, sinó perquè a Demagogia y propaganda en arte, l’economia de l’art és un dels temes centrals, en aquest cas des del punt de vista del paper determinant de la institució.