Ferienales
http://www.a-desk.org/spip/spip.php?article1033
Fairennials
http://www.a-desk.org/spip/spip.php?article1090
Firannals
http://www.a-desk.org/spip/spip.php?article1088
Art Basel y la Bienal de Venecia coinciden cada dos ediciones en el tiempo pero, también, en muchos más elementos. Resulta evidente que las distancias entre ferias y bienales empiezan a ser poco claras. Venecia está marcada por su forma de (no) financiación propia. Art Basel necesita de trabajos conceptuales para seguir siendo puntera dentro del universo de las ferias. En la edición actual de Art Basel, muchos de los trabajos presentados se preguntan sobre el entramado artístico, sobre la práctica, sobre los procesos… Elementos que bien podrían tratarse en un contexto bienalístico.
Un artista recibe el encargo de hacer un vídeo sobre Zuidplein, un centro comercial bastante degradado ubicado en el sur de Rotterdam. Nada más llegar, el artista, Erik van Lieshout, empieza a hablar de manera casual con los habituales del lugar: jubilados que van allí a pasar el rato, vendedores, clientes, jóvenes en paro, agentes de seguridad, gerentes… para, a continuación, ocupar una tienda vacía con una propuesta que nada tiene que ver con la línea del centro y en la que se muestran desde una amalgama de restos diversos de plásticos, envases u hojas secas, hasta imágenes gigantes del controvertido político, asesinado en 2002, Pim Fortuyn o del arquitecto holandés Rem Koolhaas. A lo largo de 49 minutos van apareciendo diversos temas: la desconfianza que genera el arte en un entorno con otras problemáticas, la facilidad con la que los medios de comunicación ridiculizan cualquier inmersión del arte en la vida real, la diferencia entre la cercanía del diálogo personal y la reacción que provoca la instalación artística, las declaraciones de los profesionales del arte que ven con preocupación el perfil de artista que se está convirtiendo en predominante (con una agenda llena de citas y sus iPhone o iPad cargados con todo el repertorio de imágenes necesarias para enseñar los trabajos) y, sobre todo, ese final en el que el gerente del centro hace pasar al artista a su despacho, para elogiar su carácter de «joven activo y emprendedor», que no puede ser tomado en serio debido a su condición de artista.
El propio van Lieshout ha afirmado en alguna ocasión que «Commission», el título de este vídeo, es su comentario sobre la pobreza en el ámbito socio-político y también en el artístico. «Comission» se ha presentado en Art Unlimited, la sección de Art Basel que acoge propuestas artísticas sin limitaciones de espacio. No deja de ser curiosa, en estos días en que con una semana de diferencia hemos asistido a la inauguración de la Bienal de Venecia y de Art Basel, la evidente imprecisión al utilizar la denominación feria para Basel y bienal para Venecia, en cualquier caso sería más apropiado denominarlas «ferienal». Un ejemplo: en el proceso de selección para participar en Art Unlimited las galerías proponen un proyecto de un artista y el comisario de la sección, Simon Lamunière (responsable de las últimas doce ediciones y que este año se despide) realiza, junto a un comité, la selección final. En el caso de la exposición central de la Bienal de Venecia, el comisario, la suiza Bice Curiger este año, define la idea de la bienal y selecciona e invita artistas. En la práctica, el hecho de contar con presupuesto cero por parte de la bienal hace que sean las galerías (o las instituciones oficiales de acción exterior de cada país) las que financien las diferentes participaciones y (así lo parecía este año) seleccionaban el trabajo que creían más conveniente (y no necesariamente por motivos curatoriales).
En Art Basel también se habló de esto. Una de las «Basel conversations» giró entorno a la idea de Privado/Público o «How museums will be able to collect?» ¿Dónde están los límites del intervencionismo cuando los museos ven reducido sus presupuestos y los coleccionistas privados ofrecen sus colecciones aunque no sin condiciones? Otro ejemplo: hace un mes el SFMoMA hizo públicos sus planes de ampliar su edificio para albergar unas mil piezas de la colección Fischer, generosamente depositada en el museo, aunque con la condición de que al menos el 75 % de las obras que se expongan en esta parte del edificio provengan de dicha colección. Otro dato: cada vez más, también son las propias galerías las que financian importantes catálogos de artistas en proceso de consolidación que requieren un gran esfuerzo, tiempo, investigación y, por supuesto, financiación.
Art Basel no es sólo una feria de arte que dura cinco días sino que compartiendo agenda con Venecia y, periódicamente con Documenta e incluso con el Skulptur Projekte Münster, es un baremo de hacia donde marca la brújula del arte tanto en términos comerciales como discursivos. Art Basel tiene secciones como Art Statements, en la que tienen cabida galerías jóvenes que presentan un sólo artista; Art Feature que es la puesta de largo de galerías jóvenes que acceden a la sección oficial e incluso otras ferias paralelas con las que establece relaciones como Liste. Asimismo la ciudad de Basilea se viste de contemporaneidad (damos fe de que no es así el resto del año) al llenar sus museos y centros de arte de propuestas más arriesgadas, como Henrik Olesen en el Museum für Gegenwartskunst, o Francis Alÿs en colaboración con Schaulager que presenta su proyecto «Fabiola» en la Haus zum Kirschgarten, por citar dos ejemplos.
Además de trabajos históricos (sin mencionar ya la parte de arte moderno) de James Turrell, Dan Flavin, John Baldessari o Daniel Buren siempre con cita anual en Basel, destaca en esta 42 edición de la feria toda una línea de trabajo más analítica que reflexiona sobre la propia práctica artística. Mencionábamos a Erik van Lieshout, y también a Mario García Torres, con su carta de solicitud para el puesto de director de la Kunsthalle de Berna en forma de pase de diapositivas y en la que se manifiesta interesado por unirse a una institución tan emblemática gracias a Harald Szeemann, dado que su trabajo consiste en discutir las estructuras que hacen posible el arte. Matthew Buckingham establece complejas relaciones entre artista, obra y espectador a partir de un retrato del siglo XVI de la artista Caterina von Hemessen y Mark Leckey presenta una conferencia en forma de videoinstalación en la que imágenes y narración generan una suerte de automatismo no muy lejano al funcionamiento del sistema del arte.
En cualquier caso, lo que subyace en estos discursos es la fragilidad cuando no precariedad que acompaña a la práctica artística. Y, en ese sentido, llama la atención la presencia múltiple de Hans-Peter Feldmann, no sólo en Art Unlimited sino también en diversas galerías. Feldmann, que durante diez años dejó el circuito artístico para abrir una tienda de recuerdos, curiosidades, objetos de segunda mano y antigüedades en Düsseldorf, decidió al volver definir él mismo las reglas del juego, colaborando con numerosas galerías, sin ninguna representación en exclusiva, y sin limitar el número de copias o ediciones de sus trabajos a priori, sino dejándolas totalmente abiertas. Con distancia y total soberanía, la actitud de Feldmann evidencia las contradicciones de un sistema, el del arte, que a veces opta por la exclusividad o la opacidad para esconder sus propias inseguridades.
(ENG)
Art Basel and the Venice Biennale coincide in the calendar every second edition but also in many other ways. It seems evident that what separates art fairs from biennales is beginning to be very unclear. Venice is remarkable for its form of particular (non) financing. While Art Basel needs conceptual pieces, in order to remain at the forefront of the universe of art fairs. In the current edition of Art Basel, many of the pieces on show question the artistic context, the practice, processes… aspects that could easily be explored in the context of a biennale.
An artist receives a commission to do a video about Zuidplein, a fairly impoverished shopping centre in the south of Rotterdam. As soon as he arrives, the artist, Erik van Lieshout, begins to talk casually to the regulars: pensioners who go there to pass the time, sales assistants, clients, unemployed youths, security guards, managers…before then occupying an empty shop. His shop proposal, off the wall for the centre, displays an amalgam of diverse plastic remains, packaging or dry sheets and even giant images of a controversial politician, Pim Fortuyn, assassinated in 2002 or the Dutch architect, Rem Koolhaas. Different themes appear during 49 minutes: the distrust that art generates in environments where there are other issues, the ease with which the media ridicule any immersion of art into real life, the difference between the proximity of the personal dialogue, the reaction that the art installation provokes, art professionals expressing their concern about what is becoming the predominant profile of the artist (with a diary full of appointments, their iPhone or iPad charged with a full repertoire of the images needed to show their works) and finally, the ending, when the manager of the centre draws the artist into his office, to praise the character of this “active and enterprising young man” who can’t be taken seriously for the fact that he is an artist.
Erik van Lieshout himself stated on one occasion that «Commission», the title of this video, is his commentary on the poverty of both the socio-political scene and the artistic one. «Commission» was shown in Art Unlimited, the section of Art Basel that presents artistic proposals without any space restrictions. It’s been strange in the last few days, having attended the opening of the Biennale of Venice and Art Basel within the same week, to note the evident lack of precision in the use of the denomination art fair for Basel and biennale for Venice, as to all extents and purposes it would seem more appropriate to call them “fairiennials”. To give an example: in the selection process to participate in Art Unlimited, galleries propose a project by an artist, with the curator of the section, Simon Lamunière (responsible for the last twelve editions and who this year steps down) then making, with a committee, the final selection. In the case of the central exhibition of the Venice Biennale, the curator, this year the Swiss Bice Curiger, defines the idea behind the biennale and selects and invites artists. In practice, the fact that there is zero budget for part of the biennale means that it is the galleries (or the official foreign affairs institutions from each country) who finance the different participations and (or this is what it seems this year) who select the work they believe to be the most suitable (not necessarily for curatorial reasons).
In Art Basel this was also discussed. One of the «Basel conversations» revolved around the idea of Private/Public or «How museums will be able to collect?» Where are the limits of interventionism when museums see their budgets reduced and private collectors offer them their collections, albeit not without conditions? Another example: a month ago SFMoMA made public their plans to amplify their building to house a thousand pieces from the Fisher collection, generously deposited in the museum, although under the condition that at least 75% of the pieces shown in this part of the building come from this collection. Another point: increasingly it is the galleries themselves who finance important catalogues of artists who are in the process of becoming established, which aside from the expense require a huge investment of time and research.
Art Basel is not simply an art fair that lasts five days, but, sharing the calendar with Venice, periodically with Documenta and even with the Skulptur Projekte Münster, is a barometer of where the compass is pointing in art, as much commercially as in terms of discourse. Art Basel has sections such as Art Statements, where there is space for young galleries to present one artist or Art Feature the coming-out space for young galleries who gain admittance to the official section. There are even other parallel fairs with which it establishes relationships, such as Liste. So the city of Basel dresses itself up in contemporaneity (it is quite different for the rest of the year) filling its museums and art centres with the most daring proposals, such as Henrik Olesen in the Museum für Gegenwartskunst, or the presentation by Francis Alÿs in collaboration with Schaulager of his project «Fabiola» in the Haus zum Kirschgarten, to cite just two examples.
Apart from the historic pieces (without even mentioning the modern art section) by James Turrell, Dan Flavin, John Baldessari and Daniel Buren, always with their annual appointment in Basel, what stands out in this 42nd edition of the fair is a whole line of more analytical work, that reflects on the actual practice of art. We could mention Erik van Lieshout, and even Mario García Torres, with his letter of application for the role of director of the Kunsthalle in Bern that takes the form of a slide-show, in which he manifests his interest thanks to Harald Szeemann, in joining such an emblematic institution, as his work revolves around questioning the structures that make art possible. Matthew Buckingham establishes complex relations between artist, work and spectator employing a portrait from the 15th century by the artist Caterina von Hemessen and Mark Leckey presents a talk in the form of a video-installation, in which images and narration generate a sort of automatism not so distant from the way the art system functions.
In any event, what underlies these discourses is the fragility or even precariousness that accompanies artistic practices. And, in this sense, one can’t help but notice the multiple presence of Hans-Peter Feldmann, not just in Art Unlimited but also in various galleries. Feldmann, who abandoned the art circuit for ten years to open a shop with memorabilia, curiosities, second hand objects and antiques in Düsseldorf, decided on returning to define his own rules of play; collaborating with numerous galleries, without any form of exclusive representation, placing no limits on the number of copies or editions of his work a priori, but leaving them totally open. Master of all he surveys, Feldmann’s attitude evidences the contradictions of a system, the art system, that at times opts for exclusivity or opacity to conceal its own insecurities.
(CAT)
Art Basel i la Biennal de Venècia coincideixen cada dues edicions en el temps, però també en molts més elements. Resulta evident que les distàncies entre fires i biennals comencen a ser poc clares. Venècia està marcada per la seva forma de (no) finançament propi. Art Basel necessita de treballs conceptuals per seguir sent puntera dins de l’univers de les fires. En la edició actual d’Art Basel, molts dels treballs presentats es pregunten sobre l’entramat artístic, sobre la pràctica, sobre els processos… Elements que bé podrien tractar-se en un context biennalístic.
Un artista rep un encàrrec de fer un vídeo sobre Zuidplein, un centre comercial bastant degradat ubicat al sud de Rotterdam. Només arribar, l’artista, Erik van Lieshout comença a parlar de manera casual amb els habituals del lloc: jubilats que van allà a passar l’estona, venedors, clients, joves a l’atur, agents de seguretat, gerents… per, a continuació, ocupar una botiga buida amb una proposta que res té a veure amb la línia del centre i en la que es mostren des d’un amalgama de restes diverses de plàstics, envasos o fulles seques, fins a imatges gegants del controvertit polític, assassinat al 2002, Pim Fortuyn o de l’arquitecte holandès Rem Koolhaas. Durant 49 minuts van apareixent diversos temes: la desconfiança que genera l’art en un entorn amb altres problemàtiques, la facilitat amb la que els mitjans de comunicació ridiculitzen qualsevol immersió de l’art en la vida real, la diferència entre la proximitat del diàleg personal i la reacció que provoca la instal·lació artística, les declaracions dels professionals de l’art que veuen amb preocupació el perfil de l’artista que s’està convertint predominant (amb una agenda plena de cites i els seus iPhone o Ipad carregats amb tot el repertori d’imatges necessàries per ensenyar els seus treballs) i, sobretot, aquest final en el que el gerent del centre fa passar l’artista al seu despatx, per elogiar el seu caràcter de «jove actiu i emprenedor», que no pot ser pres seriosament degut a la seva condició d’artista.
El propi van Lieshout ha afirmat en alguna ocasió que «Commission», el títol d’aquest vídeo, es el seu comentari sobre la pobresa a l’àmbit socio-polític i també a l’artístic. «Comission» s’ha presentat a Art Unlimited, la secció d’Art Basel que acull propostes artístiques sense limitacions d’espai. No deixa de ser curiós, en aquests dies en que amb una setmana de diferencia hem assistit a la inauguració de la Biennal de Venècia i d’Art Basel, la evident imprecisió al utilitzar la denominació fira per Basel i biennal per Venècia, en qualsevol cas seria més apropiat denominar-les «firiannals». Un exemple: al procés de selecció per participar a Art Unlimited les galeries proposen un projecte d’un artista i el comissari de la secció, Simon Lamunière (responsable de les últimes dotze edicions i que aquest any s’acomiada) realitza, juntament amb un comitè, la selecció final. En el cas de la exposició central de la Biennal de Venècia, el comissari, la suissa Bice Curiger aquest any, defineix la idea de la biennal i selecciona i convida a artistes. A la pràctica, el fet de comptar amb pressupost zero per part de la biennal fa que siguin les galeries (o les institucions oficials d’acció exterior de cada país) les que financen les diferents participacions i (així ho semblava aquest any) seleccionaven el treball que creien més convenient (i no necessàriament per motius curatorials)
A Art Basel també es va parlar d’això. Una de les «Basel conversations» va girar al voltant de la idea de Privat/Públic o «How museums will be able to collect?». On estan els límits de l’intervencionisme quan els museus van reduint els seus pressupostos i els col·leccionistes privats ofereixen les seves col·leccions tot i que no sense condicions? Un altre exemple: fa un mes el SFMoMA va fer públics els seus plans per ampliar el seu edifici per albergar unes mil peces de la col·lecció Fischer, generosament depositada al museu, tot i que amb la condició de que al menys el 75% de les obres que s’exposin en aquesta part de l’edifici provinguin de la mencionada col·lecció. Una altra dada: cada vegada més, també són les pròpies galeries les que financen importants catàlegs d’artistes en procés de consolidació que requereixen un gran esforç, temps, investigació i, per suposat, finançament.
Art Basel no es només una fira d’art que dura cinc dies sinó que compartint agenda amb Venècia i, periòdicament amb Documenta i fins i tot amb el Skulptur Projekte Münster, es un barem de cap a on indica la brúixola de l’art tant en termes comercials com discursius. Art Basel té seccions com Art Statements, en la que tenen cabuda galeries joves que presenten un sol artista; Art Feature que es la presentació d’alt nivell de galeries joves que accedeixen a la secció oficial i fins i tot altres fires paral·leles amb les que s’estableixen relacions com Liste.
Així mateix la ciutat de Basilea es vesteix de contemporaneïtat (donem fe de que no es així la resta de l’any) a l’omplir els seus museus i centres d’art de propostes més arriscades, com Henrik Olesen al Museum für Gegenwartskunst, o Francis Alÿs en col·laboració amb Schaulager que presenta el seu projecte «Fabiola» a la Haus zum Kirschgarten, per citar dos exemples.
A més a més de treballs històrics (sense mencionar ja la part d’art modern) de James Turrell, Dan Flavin, John Baldessari o Daniel Buren sempre amb cita anual a Basel, destaca en aquesta 42 edició de la fira tota una línia de treball més analítica que reflexiona sobre la pròpia pràctica artística. Mencionàvem a Erik van Lieshout, i també a Mario Garcia Torres, com la seva carta de sol·licitud per al lloc de treball de director de la Kunsthalle de Berna en forma de passi de diapositives i en la que es manifesta interessat a unir-se a una institució tan emblemàtica gracies a Harald Szeemann, donat que el seu treball consisteix en discutir les estructures que fan possible l’art. Matthew Buckingham estableix complexes relacions entre artista, obra i espectador a partir d’un retrat del segle XVI de la artista Caterina von Hemessen i Mark Leckey presenta una conferència en forma de videoinstalació en la que imatges i narració generen una mena d’automatisme no molt llunyà al funcionament del sistema de l’art.
En qualsevol cas, el que subjau en aquests discursos és la fragilitat quan no precarietat que acompanya a la pràctica artística. I, en aquest sentit, crida l’atenció la presencia múltiple de Hans-Peter Feldmann, no només a Art Unlimited sinó també a diverses galeries. Feldmann, que durant deu anys va deixar el circuït artístic per obrir una botiga de records, curiositats, objectes de segona ma i antiguitats a Düsseldorf, va decidir al tornar definir ell mateix les regles del joc, col·laborant amb nombroses galeries, sense cap representació en exclusiva, i sense limitar el nombre de còpies o edicions dels seus treballs a priori, sinó deixant-les totalment obertes. Amb distància i total sobirania, l’actitud de Feldmann evidencia les contradiccions de un sistema, el de l’art, que a vegades opta per la exclusivitat o la opacitat per amagar les seves pròpies inseguretats.