Hay artistas que abren vías de pensamiento y de discusión. En el caso de Baldessari además ese papel inspirador va acompañado de una actitud lúdicamente trasgresora que se hace patente en todas y (casi) cada una de las obras de la retrospectiva que el MACBA le dedica estos días.
El pasado verano, desde uno de los Palazzi de Venecia se asomaba una pancarta en la que se podía leer “I will not make any more boring art”. Toda una declaración de principios, escrita en 1971 por un professor de CalArts llamado John Baldessari. En medio de la celebración de la 53 edición de la Bienal de Venecia y a punto de recoger un león de oro por su trayectoria, la frase mantenía todo su sentido. Aunque los contextos fueran distintos, puesto que “I will not make any more boring art” nacía como fruto de la labor docente de Baldessari y de su convencimiento de que no es posible enseñar arte, unido a su voluntad de criticar los fundamentalismos de ciertos conceptuales, dio lugar a un vídeo, en el que el artista se impone, casi como un castigo escolar, la tarea de escribir una y otra vez esta declaración de principios que, ni siquiera en el vídeo, consigue cumplir. A pesar de eso, no podemos dejar de ponernos del lado del artista que se atrevió a intentar darle un poco más de proyección a las “Sentences on Conceptual Art» de Sol Lewitt” simplemente poniéndoles música y liberándolas de su encierro en los catálogos y libros de arte.
“Pure Beauty”, la retrospectiva que le dedica el MACBA, toma como título una de sus obras que consiste en un lienzo en el que aparecen estas palabras. No se puede ser más conceptual… ni menos… Las obras que componen la exposición reflejan muy bien esa actitud del profesor que no cree que el arte se pueda enseñar, sino que simplemente sucede, viene del juego y va de romper con lo preestablecido. Y con esas premisas no es extraño que algunos de sus alumnos hayan desarrollado trayectorias más que destacadas: Matt Mullican, Richard Prince, Rita McBride o Jack Goldstein, entre otros. La lista de artistas que han recibido la influencia de Baldessari sería mucho más larga.
El trabajo de Baldessari descoloca. Siempre hay algún elemento que irrita (el motivo, el título, la formalización…). Ya sea por el sentido del humor o el reconocimiento de imágenes que nos son familiares, sus trabajos resultan cercanos. Sin embargo, siempre hay algún elemento que no acaba de encajar, una información que no aparece, una yuxtaposición extraña… El propio Baldessari explicaba sus intenciones en una entrevista: “Me gusta ofrecer la cantidad justa de información para no ahogar la obra. A veces suprimo demasiada información y la obra resulta fallida. Cuando la obra es acertada es porque he dejado suficiente información para activar la mente del espectador, pero no tanta para que la imagen sea completa”.
El recorrido de “Pure Beauty” no puede empezar mejor, con una serie de pinturas (salvadas de la quema que el artista realizó, anunció y documentó en 1970 para replantear su trabajo), una selección de “Text Paintings” en los que la palabra sustituye a la imagen y las “Commissioned Paintings” en las que se ríe de la premisa de que “el arte conceptual se limita a señalar”, para encargar cuadros a pintores amateur en los que literalmente un dedo señala un motivo anodino. Los vídeos “I will not make any more boring art”, “Baldessari sings Sol Lewitt” y “I am making art” (tres auténticos hits en Youtube que además cuentan con numerosas revisiones, respuestas y remakes) muestran su faceta de docente que estimula a los alumnos a ver las cosas desde otra perspectiva y, lo más importante, a descubrir su propio punto de vista. Otro bloque de trabajos se centra en la reflexión sobre la identidad del artista, como las fotografías en las que saluda a cada uno de los barcos que entran y salen del puerto; imita con el humo de un cigarrillo una nube real; intenta alinear tres pelotas de color naranja en el aire o pinta un espacio con diferentes colores de manera sucesiva. En un mundo en el que todo debe tener una utilidad y una finalidad, Baldessari muestra que todavía es posible hacer cosas gratuitas, desconcertar y que el trabajo del artista consiste precisamente en alertarnos mediante el absurdo a veces, de que quizás todo aquello que parece tan sensato y regulado quizás no lo es tanto.
La segunda parte de la exposición se centra en el trabajo a partir de la imagen, de la colección, yuxtaposición, montaje y relación con la palabra o con los colores. A partir de imágenes apropiadas, el artista se propone alterar la jerarquía de la visión, introducir elementos irritantes para provocar, para estimular la atención, para que seamos capaces de leer las imágenes y entender como funcionan en nuestra cultura. Es precisamente en esta parte del recorrido en el que se gana en espacio y se pierde en intensidad, el discurso se vuelve repetitivo y el tiempo de visita de las salas se reduce notablemente.
No deja de ser curioso que trabajos realizados hace más de treinta años conserven más actualidad y frescura que algunos de los realizados hace sólo una década. Aunque esto no quita que Baldessari continue siendo un referente indiscutible.