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¿Qué representa ser ciudadano de un país en un mundo globalizado? ¿qué valor tiene? ¿qué implicaciones? En el año 1998, Matthieu Laurette inició un trabajo todavía en progreso titulado The Citizenship Project, con el que empezó una investigación sobre las condiciones necesarias para obtener diferentes nacionalidades. Su objetivo era obtener tantas nacionalidades como fuera posible, yendo un poco más allá de las restricciones legales, para explorar la idea de ciudadanía en un mundo globalizado. En este marco de trabajo, en el año 2001, por ejemplo, invitado por Harald Szeemann a participar en la Bienal de Venecia, decidió escribir una carta (junto al comisario) dirigida a los 111 países no participantes en la bienal, ofreciéndoles la posibilidad de representarlos oficialmente en el evento, a cambio de obtener la ciudadanía de dicho país. De esta manera, se hacía evidente, no sólo el cinismo del mundo globalizado, sino también el absurdo de las nacionalidades.

España no era uno de esos 111 países puesto que cuenta con pabellón propio en los Giardini, pero si ahora mismo Laurette quisiera obtener la nacionalidad española sólo tendría que presentar los documentos acreditativos de la compra de una vivienda por un valor superior a 160.000 €. Sólo con eso, ya es posible ser ciudadano español o literalmente, adquirir la ciudadanía española. Sin duda, estas medidas junto a la amnistía fiscal en vigor abren nuevas perspectivas de futuro… De un futuro de saldos, claro. Lamentablemente, el modelo que se está siguiendo aquí y ahora no es el de Suecia, sino el que marca Eurovegas.