Metadocumenta. Un análisis contructivo de dOCUMENTA (13)

http://www.a-desk.org/spip/spip.php?article1488

http://www.a-desk.org/spip/spip.php?article1494

http://www.a-desk.org/spip/spip.php?article1500

Documenta se ha convertido en el evento por excelencia del arte contemporáneo. Proclamada como el documento que marca el pulso del arte del momento no es extraño que provoque expectativas y decepciones a partes iguales.

Si documenta es un referente, es lógico que el/ la director/a artístico/a de turno sienta el peso de la propia institución y sea consciente de que dicha posición constituye el máximo punto de visibilidad de su carrera profesional y demasiado a menudo (o por lo menos así ha sido en las últimas dos ediciones) acostumbra a perderse en gestos, o peor, en poses justificativas de sus piruetas conceptuales. En contraste con la ambigüedad previa y las numerosas justificaciones del discurso curatorial, nos enfrentamos a dOCUMENTA (13) con la mente lo más abierta posible.

Prejuicios Todos. Las señales previas no podían ser peores: la dirección artística de dOCUMENTA (13) proclamando un no-concepto; un equipo interminable, no de comisarios sino de agentes (¿secretos? ¿con licencia para matar?); otra generosa lista de participantes entre los que figuran artistas, científicos, pensadores, escritores, etc; una lista secreta de artistas que no se desvela hasta el momento de la rueda de prensa (¿guardada celosamente en un sobre como en la ceremonia de los Oscars?) y una proliferación de sedes que pronosticaba que la visita iba a ser cansada, muy cansada…

Aspectos críticos Las excusas empezaron pronto: una rueda de prensa en la que la directora artística insiste en su “no-concepto”, para a continuación empezar a leer su ensayo, del que iba omitiendo páginas y páginas; la voluntad explícita de huir de una comunicación directa que, supuestamente, traicionaría la complejidad de la realidad y el momento actual; un catálogo que no se llama como tal sino, atención, “El libro de los libros” (“The book of books” / “Das Buch der Bücher”), como la Biblia, en definitiva; unos comisarios que no se llaman tales, sino agentes; un programa educativo que se llama “The Maybe Education and Public Programs”; la repetición constante de que se trata de un experimento o un ensayo; la proclamación de que se propone reproducir la simultaneidad, la proliferación y la rapidez y que su coreografía se apunta inarmónica y frenética… En definitiva, la duda como leitmotiv y el escepticismo como postura. Nada que objetar, sino todo lo contrario, siempre que no se utilice como escudo defensivo.

Todo esto hace sospechar que el tiempo y la energía se van en discursos meta-artísticos, en redefinir las denominaciones, en escudarse en las nociones de “experimento” o “ensayo” como una manera de huir de hacer statements y de defenderlos, de ofrecer una visión que, obviamente, puede ser errónea, pero que como mínimo puede generar discusión y debate. Y también la sensación de una autoironía que, quizá funciona como making off o en petit-comité, pero no como declaración de principios.

dOCUMENTA (13) es una documenta desestructurada, en la que la acumulación y la exageración (del número de artistas, de participantes, de sedes, de eventos, de proyecciones, de publicaciones, de encuentros, de seminarios) no hace sino distraer la atención. Porque ¿de qué va dOCUMENTA (13)? De todo. Seguro que todo el mundo encuentra algo a lo que aferrarse. dOCUMENTA (13) es como unos grandes almacenes, con semana dedicada a Afghanistán o El Cairo incluidas, en los que seguro que encontramos algo que nos vaya bien.

Aspectos positivos El arte. El reencuentro con las propuestas y posicionamientos artísticos: la entrada en un Fridericianum casi vacío, en el que el aire frío de Ryan Gander marca el umbral de acceso a todas las historias que se nos van a contar.

Es de destacar también la recuperación de ciertos posicionamientos artísticos, no obvios ni cómodos, de artistas que en un momento determinado decidieron (o no tuvieron otro remedio) que ser corredores de fondo, aún a riesgo de quedar fuera del juego. Pensamos en Ida Applebroog y su exploración del ser humano en toda su complejidad, en el músico y artista Llyn Foulkes, siempre resistiéndose a ser encasillado, en Fabio Mauri y su convencimiento en la comprensión lingüística del mundo, en Sanja Iveković y su investigación de ciertos detalles de la historia más reciente o en la abstracción (mental y política) de Etel Adnan.

Destacan también magníficos trabajos que no son más que la prueba de sólidos posicionamientos individuales: la obsesión de Mark Lombardi por recoger informaciones relacionadas con escándalos políticos y financieros y plasmarlas en forma de mapas mentales; las narraciones personales de Mario García Torres, a partir de ciertos referentes de la historia del arte reciente, ejemplificado en el caso de Alligiero Boetti y su estancia y experiencias en el Hotel One en Kabul; la obsesión y la meticulosidad en el trabajo con las imágenes de Geoffrey Farmer o de Yan Lei; la reflexión sobre el tiempo y la modernidad a cargo de William Kentridge; la exploración de las formas narrativas de Dora García que, en esta ocasión, adopta el formato de un programa de debate televisivo que se emitirá cada viernes desde Kassel; las transformaciones de elementos comunes o muy familiares (en este caso, las imágenes extraídas de un libro que parece ser sobre percepción) mediante sutiles observaciones que abren otras posibles perspectivas, en el caso de Roman Ondák o, la experiencia, en el sentido más pleno de la palabra, de la oscuridad, la incertidumbre, la emoción, el descubrimiento, la conciencia, la diversión y la presión en la vivencia preparada por el siempre radical Tino Sehgal.

La experiencia de la exposición deja claro que lo político no pasa únicamente por lo documental, que para intentar entender el mundo quizás debemos dirigir la mirada hacia otras prácticas científicas como la física cuántica y que la producción de pensamiento no puede entenderse a partir de categorías cerradas, sino de un movimiento y un flujo constante de ideas y referencias que pueden parecer caóticas.

Y tras la experiencia de la exposición, la reflexión, la lectura de un ensayo curatorial en el que se apuntan ideas, hojas de ruta, momentos de reflexión, análisis del presente y del arte. ¿Por qué entonces tanta coquetería y tanta pose previa? ¿por qué tanta falsa actitud dandy? ¿por qué tantas justificaciones? dOCUMENTA (13) es una documenta inabarcable, pero por eso mismo ofrece multitud de caminos posibles y, no cabe duda que en estimular esa búsqueda de sentido radica su gran acierto.

(ENG)
Documenta has become the contemporary art event, par excellence. Proclaimed as the thing that marks the pace for art of the moment, it is hardly surprising that it provokes expectations and deceptions in equal measure.

If Documenta is a referent, it is logical that the artistic director of the moment feels the weight of the institution and is aware that the position constitutes the maximum point of visibility of his/her professional career and all too often (or at least this is what occurred in the last two editions) ends up getting lost in gestures, or worse, in justificatory posing behind conceptual pirouettes. In contrast to the previous ambiguity and the numerous justifications of curatorial discourse, we confront dOCUMENTA (13) with as open a mind as possible.

Prejudices

Loads. The prior indicators couldn’t be worse. The artistic direction of dOCUMENTA (13) proclaimed a no-concept; a never-ending team, not of curators but of agents (secret? with a licence to kill?); another generous list of participants amongst whom figured artists, scientists, thinkers, writers, etc; a secret list of artists that wasn´t revealed until the moment of the press conference (zealously guarded in an envelope like in the Oscars ceremony?) and a proliferation of locations that harbingered the visit was going to be exhausting, very exhausting…

Critical aspects

The excuses soon started flowing: a press conference in which the artistic director insisted on her “no-concept”, to then begin reading her essay, of which she omitted pages and pages; the explicit desire to evade direct communication, that would purportedly belie the complexity of reality and the present day; a catalogue that isn’t called a catalogue, but wait for it, “The Book of Books” (“Das Buch der Bücher”) like the Bible, in fact; curators that aren’t called curators but agents; an educational programme that is called “The Maybe Education and Public Programs”; the constant repetition that it is an experiment or study; the claim that the aim is to reproduce simultaneity, proliferation and speed, and that its choreography points towards a lack of harmony and the frenetic…. In short, doubt as a leitmotiv and scepticism as the stance. Nothing to object to, quite the contrary, as long as it’s not all used as a defensive shield.

All this makes one suspect that the time and energy is lost in the meta-artistic discourses, in redefining the denominations, in hiding behind notions of “experiment” or “study”, as a way of evading making statements and defending them, of offering a vision that obviously can be erroneous, but that at least can generate discussion and debate. And also the sensation of self-irony, that maybe functions in a ‘making of’ or in petit comité but not as a declaration of principles.

dOCUMENTA (13) is an unstructured document, in which the accumulation and exaggeration (the number of artists, participants, sites, events, projections, publications, encounters, seminars) does nothing more than distract attention. Because what is dOCUMENTA (13) about? Everything. No doubt everyone in the world can find something to grasp onto. DOCUMENTA (13) is like a large department store, with a week dedicated to both Afghanistan and Cairo, where no doubt we will find something that fits.

Positive aspects

The art. The re-encounter with artistic proposals and stances: the almost empty entrance to the Fridericianum, in which the cold air of Ryan Gander marks the threshold to the stories that we are going to be told. What also stands out is the recuperation of certain artistic positions that are neither obvious nor comfortable, artists who at a certain moment in time decided (or had no other choice) to be long-distance runners, even at the risk of being left out of the game. One could think of Ida Applebroog and her exploration of the human being in all its complexity, of the musician and artist Llyn Foulkes, always resisting being pigeonholed, of Fabio Mauri and her conviction about the linguistic compression of the world, of Sanja Iveković and her investigation of certain details from more recent history or the abstraction (political and mental) of Etel Adnan.

What stands out are also the magnificent works that are nothing more than solid proof of very individual perspectives: Mark Lombardi’s obsession for gathering information related to political and financial scandals and capturing them in mental maps; the personal narrations of Mario García Torres, based on specific references in recent art history, exemplified by the case of Alligiero Boetti and his stay and experiences at the One Hotel in Kabul; the obsession and meticulous labour in the images by Geoffrey Farmer or Yan Lei; the reflection on time and modernity at the hands of William Kentridge; the exploration of narrative forms by Dora García, that on this occasion adopt the format of a programme of televised debate that will be broadcast every Friday from Kassel. The transformation of everyday or familiar elements (in this case, images extracted from a book that seems to be about perception) as in the work of Roman Ondák, through subtle observations that open up many possible perspectives or, of experience, in the fullest sense of the word; the darkness, uncertainty, emotion, discovery, awareness, diversion and pressure of the experience prepared by the always radical Tino Sehgal.

The experience of the exhibition makes it clear that the political does not come simply through the documentary, that to try to understand the world we maybe have to cast our eyes towards other scientific practices, such as quantum physics and that the production of thought can’t be understood within closed categories, so much as in the movement and constant flux of ideas and references, that can at times seem chaotic.

And after the experience of the exhibition, reflection, the reading of a curatorial essay which pinpoints ideas, a plan of action, moments of reflection and an analysis of the present and of art. So what’s with all the coquetry and prior posing? Why so much false dandyism? Why so many justifications? dOCUMENTA (13) is a vast document, but for this it offers a multitude of possible pathways and, there is no doubt, its success lies in triggering this search for meaning.

(CAT)
Documenta s’ha convertit en l’esdeveniment per excel·lència de l’art contemporani. Proclamada com el document que marca el pols de l’art del moment, no és estrany que provoqui expectatives i decepcions a parts iguals.

Si Documenta és un referent, és lògic que el/la director/a artístic/a de torn senti el pes de la pròpia institució i sigui conscient que aquesta posició constitueix el punt màxim de visibilitat de la seva carrera professional i massa sovint (o almenys així ha estat en les últimes dues edicions) acostuma a perdre´s en gestos, o pitjor, en posats justificatius de les seves piruetes conceptuals. En contrast amb l’ambigüitat prèvia i les nombroses justificacions del discurs curatorial, ens enfrontem a dOCUMENTA (13) amb la ment el més oberta possible.

Prejudicis


Tots. Els senyals previs no podien ser pitjors: la direcció artística de dOCUMENTA (13) proclamant un no-concepte, un equip interminable, no de comissaris sinó d’agents (secrets? Amb llicència per matar?); una generosa llista de participants entre els que figuren artistes, científics, pensadors, escriptors, etc; una llista secreta d’artistes que no es desvetlla fins al moment de la roda de premsa (guardada en un sobre com a la cerimònia dels Oscars?) i una proliferació de seus que pronosticava que la visita seria cansada, molt cansada…

Aspectes crítics

Les excuses van començar aviat: una roda de premsa en què la directora artística insisteix en el seu «no-concepte», per a continuació començar a llegir el seu assaig, del que anava ometent pàgines i pàgines; la voluntat explícita de fugir d’una comunicació directa que, suposadament, trairia la complexitat de la realitat i el moment actual; un catàleg que no es diu catàleg sinó, atenció, «El llibre dels llibres» («The Book of Books» / «Das Buch der Bücher»), com la Bíblia, en definitiva; uns comissaris que no ho són sinó que són agents; un programa educatiu que es diu «The Maybe Education and Public Programs»; la repetició constant que es tracta d’un experiment o un assaig; la proclamació de que es proposa reproduir la simultaneïtat, la proliferació i la rapidesa i que la seva coreografia s’apunta inharmònica i frenètica … En definitiva, el dubte com a leitmotiv i l’escepticisme com a postura. Res a objectar, sinó tot el contrari, sempre que no s’utilitzi com a escut defensiu.

Tot això fa sospitar que el temps i l’energia es fonen en discursos meta-artístics, en redefinir les denominacions, en escudar-se en les nocions de «experiment» o «assaig» com una manera de fugir de fer statements i de defensar-los, d’oferir una visió que, òbviament, pot ser errònia, però que com a mínim pot generar discussió i debat. I també la sensació d’una autoironia que, potser funciona com «making off» o en petit-comitè, però no com a declaració de principis.

dOCUMENTA (13) és una documenta desestructurada, en la qual l’acumulació i l’exageració (del nombre d’artistes, de participants, de seus, d’esdeveniments, de projeccions, de publicacions, de trobades, de seminaris) no fa sinó distreure l’atenció . Perquè, de què va dOCUMENTA (13)? De tot. Segur que tothom troba alguna cosa a la que aferrar-se. dOCUMENTA (13) és com uns grans magatzems, amb setmana dedicada a Afganistan o al Caire incloses, en els que segur que trobem alguna cosa que ens vagi bé.

Aspectes positius

L’art. El retrobament amb les propostes i posicionaments artístics: l’entrada en un Fridericianum gairebé buit, en el qual l’aire fred de Ryan Gander marca el llindar d’accés a totes les històries.

Cal destacar també la recuperació de certs posicionaments artístics, no obvis ni còmodes, d’artistes que en un moment determinat van decidir (o no van tenir altre remei) ser corredors de fons, encara a risc de quedar fora del joc. Pensem en Ida Applebroog i la seva exploració de l’ésser humà en tota la seva complexitat, en el músic i artista Llyn Foulkes, sempre resistint-se a ser encasellat, en Fabio Mauri i el seu convenciment en la comprensió lingüística del món, en Sanja Ivekovi i la seva investigació de certs detalls de la història més recent o en l’abstracció (mental i política) d´Etel Adnan.

Destaquen també magnífics treballs que no són més que la prova de sòlids posicionaments individuals: l’obsessió de Mark Lombardi per recollir informacions relacionades amb escàndols polítics i financers i plasmar-les en forma de mapes mentals; les narracions personals de Mario García Torres, a partir de certs referents de la història de l’art recent, exemplificat en el cas de Alligiero Boetti i la seva estada i experiències a Hotel One a Kabul; l’obsessió i la meticulositat en el treball amb les imatges de Geoffrey Farmer o de Yan Lei; la reflexió sobre el temps i la modernitat a càrrec de William Kentridge; l’exploració de les formes narratives de Dora García que, en aquesta ocasió, adopta el format d’un programa de debat televisiu que s’emet cada divendres des de Kassel; les transformacions d’elements comuns o molt familiars (en aquest cas, les imatges extretes d’un llibre que sembla ser sobre percepció) mitjançant subtils observacions que obren altres possibles perspectives, en el cas de Roman Ondák o, l’experiència, en el sentit més ple de la paraula, de la foscor, la incertesa, l’emoció, el descobriment, la consciència, la diversió i la pressió en la vivència preparada pel sempre radical Tino Sehgal.

L’experiència de l’exposició deixa clar que allò polític no passa únicament pel documental, que per intentar entendre el món potser hem de dirigir la mirada cap a altres pràctiques científiques com la física quàntica i que la producció de pensament no es pot entendre a partir de categories tancades, sinó d’un moviment i un flux constant d’idees i referències que poden semblar caòtiques.

I després de l’experiència de l’exposició, la reflexió, la lectura d’un assaig curatorial en el qual s’apunten idees, fulls de ruta, moments de reflexió, anàlisi del present i de l’art. Per què llavors tanta coqueteria i tant posat previ? Per què tanta falsa actitud dandy? Per què tantes justificacions? dOCUMENTA (13) és una Documenta inabastable, però per això mateix ofereix multitud de camins possibles i, no hi ha dubte que en l’estimular aquesta recerca de sentit radica el seu gran encert.