Pep Vidal es un científico y también un artista y desarrolla su trabajo artístico en el espacio de intersección, de encuentro y desencuentro entre ambas maneras de ver el mundo. Los cambios infinitesimales y las medidas son sus principales puntos de partida a la hora de definir sus proyectos. Una de las cosas que tienen en común los ámbitos científico y artístico es la curiosidad, la de partir de preguntas concretas. Oli d’una olivera (Aceite de un olivo) parte de una pregunta que puede parecer ingenua y por eso mismo es capaz de desencadenar un fascinante proceso de investigación: ¿Cuánto aceite sale de un olivo? El proceso que le ha conducido a la formalización final del proyecto ha sido muy similar a la de la producción del aceite. Si la producción de aceite implica un filtrado de residuos, la producción de Oli d’una olivera (Aceite de un olivo) ha conllevado un filtrado de ideas y variables.
Al inicio del proceso, Vidal partió de la importancia del control de la producción hasta llevar esta máxima al extremo: ¿por qué no maximizar la producción de aceite y minimizar el tamaño del árbol que produce las aceitunas? A partir de la pregunta ¿cuánto aceite produce un olivo bonsái? Y ¿cuánto aceite produce un olivo tradicional? puso en relación un olivo concreto, plantado en la zona del Baix Penedès y un olivo bonsái que el propio artista compró. La relación de tramaños de diferentes objetos o sistemas que presentan similitudes y diferencias ya había ocupado proyectos anteriores del artista. Recordamos f(t) = f(t-tº) (comisariado por Marina Vives en la Capella de Sant Roc, Valls, 2015) en el que puso a un bonsái de ocho años sobre la tierra que necesitaría si no se hubiera modificado en bonsái o Un humilde calcetín (Fundació Tàpies, 2014), una réplica a un tamaño de 20 micras del calcetín de Tàpies, entre otros.
En el fondo, lo más significativo de la comparación, o dicho de otra manera, el nexo que une olivo y bonsái es la artificiosidad. La artificiosidad a la cual el hombre somete el bonsái para controlar su tamaño y la artificiosidad a la cual el hombre somete al olivo, plantado en un entorno concreto para que produzca las aceitunas que darán lugar al aceite, un aceite que guarda una estrecha relación con el origen.
Medir era y es la esencia del proyecto, pero medir implica también la imposibilidad de ser preciso. Y descartada la opción de una prensada tradicional de la producción de un único olivo, la arternativa fue una prensada do it yourself, casera y manual, y de la cual, como en todo experimento, aparecen los descubrimientos: los residuos, los sólidos y los líquidos. Lo que es más valioso, el aceite, se calibra y se pesa con la máxima precisión y profesionalidad posibles y con certificado incluido. Pero, a diferencia de la producción tradicional, en el proceso de Pep Vidal, los residuos no se eliminan, sino que forman parte del resultado final, porque los residuos también son parte de lo que sale de un olivo, que además no es una olivo genérico, sino que es un olivo muy concreto, una Olea Europaea plantada en el Baix Penedés.
Fotografías: Naty Creci
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