¿Por qué lo llaman amor cuando quieren decir sexo?

http://www.a-desk.org/highlights/Por-que-lo-llaman-amor-cuando.html

http://www.a-desk.org/highlights/Why-do-they-call-it-love-when-they.html

http://www.a-desk.org/highlights/Per-que-li-diuen-amor-quan-volen.html

Así tituló en el año 1993 el director Manuel Gómez Pereira una película que se adentraba en clave de comedia en el mundo de los espectáculos porno. «¿Por qué lo llaman Bienal cuando quieren decir “name dropping”?» podría ser el titular o el resumen de la propuesta que nos ocupa. Anunciada a bombo y platillo como “la primera exposición bienal de arte contemporáneo exclusivamente online”, cada una de estas afirmaciones podría ser objeto de discusión. Pero no nos vamos a detener en ello.

La bienal está organizada por ART+, “una plataforma de exhibición móvil que combina la visión de los expertos líderes en el mundo del arte contemporáneo con la transparencia de los comportamientos y preferencias de otros miembros”. Y, aunque no sea presencial, la bienal online tiene todos los tics de este tipo de eventos, empezando por una debilidad por los números (y también por los adjetivos): 180 artistas (prometedores, emergentes, con talento) y 30 comisarios (internacionales, líderes). Nada en contra de los artistas ni de los comisarios que no hacen más que su trabajo, unos proporcionando los nombres de artistas cuando se les pide y los otros facilitando imágenes de sus trabajos. La lista es bien variada en ambos casos, con “sospechosos habituales” y otros que no lo son. En la de comisarios destacamos a Iara Boubnova, Hans-Ulrich Obrist, Nancy Spector, Katerina Gregos, Lorenzo Benedetti, Javier Hontoria, Cuauhtémoc Medina y Nataša Petrešin-Bachelez, entre otros. En la de los artistas, resaltamos a Rossella Biscotti, Falke Pisano, Ignacio Uriarte, Paloma Polo, Daniela Ortiz, Calle Holck y Ragnar Kjartansson, entre muchísimos otros.

El problema radica en el marketing. Es decir, la distancia que separa lo que se anuncia y lo que se ofrece. Para ilustrarlo nada mejor que el vídeo en el que el director artístico de esta edición de la bienal, Jan Hoet (el que fuera responsable de trabajos más que remarcables, como la mítica Chambre d’amis (1986), Documenta 9 (1992) o museos como el S.M.A.K. en Gante o MARTa Herford) explica, con bien poca convicción, su desganada y vaga idea para este evento que ha titulado Reflection & Imagination. Tampoco nos vamos a detener en ello.

Entrar finalmente en la bienal es ir recorriendo imágenes de artistas y trabajos, con unas breves referencias biográficas, así como sinopsis de las piezas. La bienal online no es más que un archivo de obras de artistas seleccionados por una serie de comisarios. En realidad, no deja de ser una versión online de Cream (y los sucesivos Fresh Cream, Cream 3, Ice Cream y Creamier) a los que nos tiene acostumbrados la editorial Phaidon.

Es curioso que un trabajo de Oliver Laric, An incomplete timeline of online exhibitions and biennials encargado por la propia bienal, finalmente no forme parte de ella. Como pone en evidencia la propuesta de Laric, la idea de una exposición o una bienal online no es nueva. También desde hace mucho tiempo hay artistas que trabajan con internet (y no hablamos de lo que en su día se llamó “net art”, que envejeció bastante mal, por cierto). Hace tres años, por ejemplo, apareció Vip Art Fair, una feria de arte online, que continúa sus actividades vía Vip Art. Uno de los aspectos que destacan los artífices tanto de la Bienal Online como de VIP Art es la cantidad de usuarios registrados y la posibilidad de realizar selecciones y de marcar favoritos, que los gustos y preferencias de los usuarios queden asociados a sus perfiles y se puedan crear redes sociales temáticas. Y no parece exagerado pensar que esto nos lleva directamente al “big data” como herramienta de marketing.

(ENG)
Was the title given, in 1993, to the film by the director Manuel Gómez Pereira, which explored in a humorous vein the world of porn shows. «Why do they call it Biennial when they mean ‘name dropping’?” could be the title or summary of the proposal that concerns us here. Announced with much pomp and circumstance as “the first of its kind, curated, exclusively online biennial exhibition of contemporary art” each one of these affirmations could be the object of discussion. But we’re not going to detain ourselves here.

The biennial is organised by ART+, “a mobile exhibition platform that combines insight from the leading experts in the contemporary art world with the transparency of fellow members’ behaviors and preferences”. And while it’s not a face-to-face event, the online biennial has all the tics of this type of event, beginning with a weakness for numbers (and also adjectives): 180 artists (promising, emerging, with talent) and 30 (international, leading). Nothing against the artists nor the curators that are simply doing their job; some providing the names of artists when they are asked for them and others facilitating images of their works. The list is fairly varied in both cases, with the “usual suspects” and others that aren’t. Amongst the curators we highlight Iara Boubnova, Hans-Ulrich Obrist, Nancy Spector, Katerina Gregos, Lorenzo Benedetti, Javier Hontoria, Cuauhtémoc Medina and Nataša Petrešin-Bachelez, amongst others. In the list of artists we’d highlight Rossella Biscotti, Falke Pisano, Ignacio Uriarte, Paloma Polo, Daniela Ortiz, Calle Holck and Ragnar Kjartansson, amongst loads of others.

The problem lies in the marketing. That is to say the distance between what is announced and what is offered. To illustrate this nothing better than the video in which the artistic director of this edition of the biennial, Jan Hoet (the one responsible for the most noteworthy works, such as the mythic Chambre d’amis (1986), Documenta 9 (1992) or museums such as S.M.A.K. in Gant or MARTa Herford) explains, with very little conviction, his apathetic and vague idea for this event, that he has titled Reflection & Imagination. We’re also not going to detain ourselves here.

Entering finally into the biennial is to go meandering through images of artists and works, with short biographical references as well as synopses of the pieces. The online biennial is nothing more than an archive of works by artists selected by a series of curators. In reality it’s nothing more than an online version of Cream (and the ones that followed, Fresh Cream, Cream 3, Ice Cream and Creamier) that the publishers Phaidon have led us to become accustomed.

It’s curious that a piece by Oliver Laric, An incomplete timeline of online exhibitions and biennials, commissioned by the biennial itself, in the end doesn’t form part of it. For as the proposal by Laric places in evidence, the idea of an exhibition or online biennial is not new. Equally, for a while now there have been artists who work with the Internet (and we’re not talking about what in its day was called “net art”, that incidentally has aged fairly badly). Three years ago, for example, the Vip Art Fair appeared, an online art fair that continues its activities via Vip Art. One of the aspects that stands out of the artifices of the Online Biennial as much as of VIP Art is the quantity of registered users and the possibility of making selections and tagging favourites, that the tastes and preferences of the users end up being associated with their profiles and that themed social networks can be created. And it doesn’t seem over the top to think that this leads directly to “big data” as a marketing tool.

(CAT)
Així va titular l’any 1993 el director Manuel Gómez Pereira una pel·lícula que s’endinsava, en clau de comèdia, en el món dels espectacles porno. «Per què en diuen Biennal quan volen dir «name dropping «?» podria ser el titular o el resum de la proposta que ens ocupa. Anunciada a tort i a dret com «la primera exposició biennal d’art contemporani exclusivament online», cadascuna d’aquestes afirmacions podria ser objecte de discussió. Però no ens detindrem en això.

La biennal està organitzada per ART+, «una plataforma d’exhibició mòbil que combina la visió dels experts líders en el món de l’art contemporani amb la transparència dels comportaments i preferències d’altres membres». I, encara que no sigui presencial, la biennal online té tots els tics d’aquest tipus d’esdeveniments, començant per una debilitat pels números (i també pels adjectius): 180 artistes (prometedors, emergents, amb talent) i 30 comissaris (internacionals , líders). Res en contra dels artistes ni dels comissaris que no fan més que el seu treball; uns proporcionant els noms d’artistes quan se’ls demana, i els altres facilitant imatges dels seus treballs. La llista és ben variada en tots dos casos, amb «sospitosos habituals» i d’altres que no ho són. En la de comissaris destaquem a Iara Boubnova; Hans-Ulrich Obrist; Nancy Spector; Katerina Gregos; Lorenzo Benedetti; Javier Hontoria; Cuauhtémoc Medina i Nataša Petrešin-Bachelez, entre d’altres. En la dels artistes, ressaltem a Rossella Biscotti, Falke Pisano, Ignacio Uriarte, Paloma Polo, Daniela Ortiz, Calle Holck i Ragnar Kjartansson, entre moltíssims d’altres.

El problema rau en el màrqueting. És a dir, la distància que separa el que s’anuncia i el que s’ofereix. Per il·lustrar-ho, res millor que el vídeo en el qual el director artístic d’aquesta edició de la biennal, Jan Hoet (el que va ser responsable de treballs més que remarcables, com la mítica Chambre d’amis (1986), Documenta 9 (1992) o els museus com l’S.M.A.K. a Gant o el MARTa Herford) explica, amb ben poca convicció, la seva desganada i vaga idea per aquest esdeveniment, que ha titulat Reflection & Imagination. Tampoc ens hi detindrem, en això.

Entrada finalment a la biennal és anar recorrent imatges d’artistes i treballs, amb unes breus referències biogràfiques, així com sinopsis de les peces. La biennal online no és més que un arxiu d’obres d’artistes seleccionats per una sèrie de comissaris. En realitat, no deixa de ser una versió en línia de Cream (i els successius Fresh Cream, Cream 3, Ice Cream i Creamier) als que ens té acostumats l’editorial Phaidon.

És curiós que un treball d’Oliver Laric, An incomplete timeline of online exhibitions and biennials, encarregat per la pròpia biennal, finalment no formi part d’ella. Com posa de manifest la proposta de Laric, la idea d’una exposició o una biennal online no és nova. També des de fa molt temps hi ha artistes que treballen amb Internet (i no parlem del que en el seu dia es va anomenar «net art», que va envellir bastant malament, per cert). Fa tres anys, per exemple, va aparèixer Vip Art Fair, una fira d’art en línia, que continua les seves activitats via Vip Art. Un dels aspectes que destaquen els artífexs tant de la Biennal Online com de VIP Art és la quantitat d’usuaris registrats i la possibilitat de realitzar seleccions i de marcar favorits, que els gustos i preferències dels usuaris quedin associats als seus perfils i es puguin crear xarxes socials temàtiques. I no sembla exagerat pensar que això ens porta directament al «big data» com a eina de màrqueting.