«Querrías hacer lo menos posible y acabas haciendo más de lo que querrías». Una entrevista a Ignasi Aballí

«Querrías hacer lo menos posible y acabas haciendo más de lo que querrías». Una entrevista a Ignasi Aballí

Aballí es un corredor de fondo. De talante discreto, generoso, dialogante y con un sentido del humor no obvio pero bien presente. Desde hace décadas ha venido desarrollando un trabajo metódico, sólido y fiel a sí mismo. Es una figura puente entre artistas, críticos, comisarios y galeristas de generaciones bien diferentes y, por eso mismo, un elemento clave en el ecosistema artístico español. Su trabajo de los últimos años ha transitado por la pintura (o su imposibilidad), el texto, la fotografía, la instalación, el cine y el vídeo, entre otros, y ha explorado temas tan relevantes como las convenciones del arte y las relaciones entre su valor cultural y el económico.

Este mes en A*DESK exploramos la noción de fracaso. Me gustaría que hablases de la idea de la imposibilidad (de la pintura, de la clasificación, de hacer nada nuevo…) que durante mucho tiempo ha sido el motor de tu trabajo.

La idea del error y la corrección formarían parte de mi vocabulario básico, como lo demuestra el hecho de haber utilizado material como el tipp-Ex o haber hecho trabajos a partir del contenido de la papelera, donde supuestamente habían ido a parar los errores o los fracasos. Desde hace tiempo, tengo la sensación que siempre hay una distancia entre aquello que querrías hacer y lo que finalmente acabas haciendo. No sé si esto es fracaso o es el motor que te impulsa a seguirlo probando.

Y por el camino encuentras cosas y materiales que incorporas a tu práctica

El frasco de tipp-Ex era un objeto que tenía sobre mi mesa y un día pensé que se parecía a un frasco de pintura y, de alguna manera, con su pincel también podía pintar. Pero era importante hacerlo sin olvidar que era un líquido que servía para corregir y que esta condición era fundamental incorporarla a la obra. Por eso hay una serie de trabajos que se titulan “Corrección” y “Gran error”. Este producto, como otros que he utilizado, te hace reflexionar sobre un aspecto del trabajo vinculado a su propia condición material.

En alguna ocasión has escrito sobre los “artistas del NO”, a la manera del “preferiría no hacerlo” de Bartleby que remite a la imposibilidad de hacer nada nuevo, a la idea que todo está hecho y que sólo es posible rehacer y recombinar. ¿Cómo se sitúa entonces el papel del artista y su trabajo?

Aquí encontramos una nueva contradicción que alguien evidenció al visitar la exposición en el Reina Sofía, que está llena de cosas… Es difícil resistir al día a día, a los compromisos. Querrías hacer los menos posible y acabas haciendo más de lo que querrías. El trabajo del artista, lo considero un trabajo como otro cualquiera. La diferencia es que seguramente este trabajo es menos estructurado. Tú decides cómo te organizas y probablemente no encontraríamos dos artistas que desarrollen su práctica de la misma manera. Pero a partir de aquí, lo veo como un trabajo más.

Imagino que cuando hacías los listados a partir de recortes de periódicos debías establecer unas rutinas de trabajo.

Estas rutinas me ayudan a establecer ciertas metodologías que me permiten construir el día a día. A menudo, cuando llegaba a casa y me preguntaban “¿qué has hecho hoy?”, no encontraba una respuesta convincente, porque muchos días no había producido nada, y no sabía exactamente qué había hecho en el estudio. Al mismo tiempo, creo que estos espacios de no hacer nada y de reflexión aparentemente improductiva son importantes. Pero imponerse unas tareas y un horario y saber que como mínimo recortarás periódicos, te permite estar en contacto con el trabajo e ir construyendo tu propio discurso.

A parte de tu trabajo artístico eres un agente clave en el ecosistema artístico de este país por tu vinculación con artistas de diferentes generaciones.

Valoro mucho la relación con todos los artistas, mayores que yo, de mi generación o más jóvenes, pero es cierto que la tendencia es relacionarme con los más jóvenes, quizás porque durante muchos años he dado clases y ha sido fácil tener vínculos con estos. Tengo mucha curiosidad por saber qué hacen, qué piensan, cómo entienden la práctica artística, qué música escuchan, qué leen. El contacto con ellos, igual que con los hijos, te ayuda a estar conectado con una realidad mucho más viva y actual.

La exposición que ahora presentas en el Reina Sofía reúne tus últimos 10 años de trayectoria (con algunas referencias anteriores) y supongo que te permite hacer un balance

Se puede ver un grupo de trabajos que te permiten hacer este balance y sobre todo te ayuda a decidir cómo continuar. En la exposición hay obras nuevas que apuntan no al largo plazo, sino al futuro inmediato. Estoy contento con la exposición, porque se muestran de una manera bastante amplia y representativa todos los tipos de trabajo, los temas que me han interesado, las obsesiones… pero ahora es necesario continuar. Es un momento para pensar y reflexionar. Pero también hay una cosa que me gusta y es que ya tengo prevista la próxima exposición, que será en la Fundación Miró el próximo verano, e inmediatamente la cabeza se pone en marcha de nuevo.

Has pasado temporadas con los listados, con los cielos, con las cajas de colores… ¿Con qué estás ahora mismo?

Las últimas obras que he hecho que se pueden ver en el Reina son, por una parte, un vídeo que es una reflexión sobre la historia del arte, hecho a partir de algunas diapositivas que me regaló una profesora que ya no las utiliza. Las dejé durante un año y medio en las ventanas y la luz fue modificando los colores. La idea es presentar una historia del arte que sea lo más errónea posible desde el punto de vista historiográfico, en el sentido de que no hay orden cronológico, las fotografías no se ven bien, están todas mal colocadas, la selección me ha venido dada y no está hecha a partir de ningún criterio lógico… Es decir, toda una serie de cuestiones que intentan plantear otra mirada sobre el pasado, sobre la historia del arte, pero desde este punto de vista del error y el fracaso.

Otro trabajo más reciente, que se titula “Veinte palabras, tres veces”, se hace construyendo palabras a partir de tipografías de imprenta, de letras de plomo. Se repite una lista de veinte palabras con tres tipografías diferentes. Es como un índice que sitúa los límites de mi trabajo, los temas o los conceptos básicos. Por un lado, dependiendo de la tipografía, las palabras cambian, y del otro, se convierten en un objeto tridimensional, escultórico, pesado y sólido, para representar una cosa tan inmaterial y abstracta como son las palabras. Al mismo tiempo, creo que también el planteamiento de la exposición es en si mismo una novedad.

Durante mucho tiempo has trabajado con periódicos, que era una manera de estar en contacto con una realidad, digamos, mediatizada. ¿Cómo es ahora esta relación tuya con la actualidad?

Hasta ahora era un contacto a través de los periódicos. En la exposición he querido mostrar no sólo todos los listados, sino todas las líneas de trabajo que se han derivado del uso de este objeto. Lo he mostrado a partir de los originales, del archivo de collages que he hecho, que después se amplían y acaban siendo la obra. También con la idea de mostrar todo lo que ha dado de si y planteándome si esto se acaba aquí, con esta presentación, que empezó hace más de quince años. Otra opción sería acabarlo cuando el periódico deje de existir como objeto. Pero mientras pensaba esto, cuando estaba en Madrid, me seguía comprando el periódico y he recortado algunas cosas. Por tanto, creo que será un proceso que requerirá de un cierto tiempo. Por otro lado, el vínculo con la realidad está presente también en otros trabajos que tienen que ver con lo cotidiano, con gestos y cosas que te encuentras en el día a día.

¿Y el humor? ¿Juega un papel importante en tu trabajo?

Creo que algunos trabajos plantean situaciones o aspectos de la cotidianidad que al final se pueden leer en clave de humor, el humor del absurdo o desde la ironía. Creo que esto forma parte de mi trabajo, quizá no de una manera explícita, al igual que los aspectos políticos, pero son un elemento más y una lectura posible.

¿Cómo te posicionas ante la situación crítica que vive la cultura en estos momentos, en que es considerada cada vez más como algo no necesario y que se identifica con la industria cultural o lo tiene difícil?

Lo veo complicado. La tendencia es considerarla como una rama más del espectáculo, con todo lo que esto comporta de tener que satisfacer un público, cumplir con cifras de visitantes y ventas, cuando el trabajo plantea todo lo contrario. Esto no quiere decir que no haya que seguir, pero seguramente costará más darle salida.

Tú estás en contacto con artistas más jóvenes, para los que a veces una exposición institucional no es el objetivo, sino que hacen otras cosas en diferentes lugares.

Creo que estamos en un momento interesante de autogestión y de plantear alternativas al recorrido oficial. Me interesa la actitud, cómo se plantean la difusión y la relación con las estructuras del arte. No sé si esto es solo consecuencia de un momento de crisis, en el que forzosamente te debes replantear la relación con las estructuras establecidas, o si es algo más profundo. Seguramente, muchos de estos artistas empezarán a trabajar con galerías y expondrán en instituciones o centros de arte, pero está muy bien ver que esta no es la única salida. Estos espacios alternativos tienen mucho sentido y muchas veces están haciendo la mejor programación. También me parece muy positivo que se esté planteando una nueva Asociación de Artistas, adaptada a los nuevos tiempos y con la voluntad de seguir mejorando las condiciones de los artistas en Cataluña.

¿Crees que las estructuras del arte, las instituciones, las galerías y las revistas son suficientemente porosas, que se están adaptando rápidamente al nuevo mapa de necesidades de los artistas y de la sociedad?

Es posible que no, pero creo que no todas han de reaccionar a la misma velocidad. Galerías, centros de arte y revistas han de estar atentos y seguir de cerca una actualidad muy cambiante y volátil. Seguramente un museo no es necesario que tenga este vínculo de inmediatez. Su papel es mirar las cosas con más perspectiva, para dar una visión a más largo plazo. También es importante la labor del museo que revisa el pasado para cuestionar la lectura del presente y proponer temáticas que puedan incidir en los problemas y los debates que construyen la actualidad.

“Voldries fer el menys possible i acabes fent més del que voldries». Una entrevista a Ignasi Aballí