http://www.a-desk.org/highlights/spip.php?article1698
http://www.a-desk.org/highlights/spip.php?article1735
http://www.a-desk.org/highlights/spip.php?article1726
En el ámbito del branding, “baseline” es la frase de comunicación que acompaña a la marca en todos los soportes de comunicación que se utilizan para promocionarla. Es el “Just do it” de Nike, “Connecting people” de Nokia, “Move your mind” de Saab o “Think Different” de Apple. En términos coloquiales, los profesionales del branding se refieren al “baseline” como “vaseline”, es decir, el lubricante que hace que “entre” el mensaje.
En el contexto de la cultura, el humor, la parodia y la sátira pueden tener este efecto “vaseline” que permite a sus autores realizar implacables críticas ante hechos, situaciones o sistemas cuestionables. Hay momentos en los que la realidad es tan dura, desconcertante, poco razonable e injusta, que sólo mediante la representación paródica parece que se pueden agitar las percepciones y las consciencias. Uno de esos momentos fueron los convulsos años 30, en los que surgieron los fotomontajes políticos de John Heartfield (nacido Helmut Herzfeld): Adolf Der Übermensch: Schluckt Gold und redet Blech (Adolf, Superman: traga oro y habla chatarra), en el que puede verse en el interior de Hitler, con la ayuda de rayos X, una pila de monedas de oro; Goering: Der Henker des Dritten Reichs (Göring el ejecutor del Tercer Reich) aparece caracterizado como un carnicero o Hurrah, die Butter is alle! (Hurra! La mantequilla se ha terminado), en el que una familia sentada alrededor de una mesa no tiene nada más que comer que trozos de metal, en referencia a una desafortunada frase de Göring pronunciada durante un período de escasez de alimentos, en la que afirmó que el metal siempre ha hecho fuerte a la nación, mientras que la mantequilla y las grasas sólo crean gente gorda. No es casualidad que Hurrah, die Butter is Alle! fuera homenajeada en momentos posteriores y también muy críticos por el punk, apareciendo en la portada del disco “Mittageisen” de Siouxsie and the Banshees.
Los herederos del fotomontaje de Heartfield o de Jacob Kjeldgaard (que con el seudónimo de Marinus realizó críticos fotocollages para el periódico francés Marianne) se encuentran ahora mismo en la prensa escrita, en revistas satíricas como El Jueves, Karma Dice, Charlie Hebdo, o, de aparición más reciente, Mongolia “la revista satírica sin mensaje alguno” que se define a partir de un manifesto/decálogo, que deja bien claro cuál es el mensaje y que en cada número incluye la sección “Reality News”, con reportajes de investigación (de los serios) en los que la realidad supera cualquier parodia.
En TV3, la televisión autonómica catalana, en febrero del año 2006 nació Polònia, un programa de sátira política, cuyo nombre ironiza con la denominación polacos, un término despectivo y coloquial usado para referirse a los catalanes. La actualidad política se está volviendo tan autoparódica que los guionistas del programa lo tienen cada semana más difícil para superarla. El retrato que Polònia hace de la sociedad catalana, española e internacional es tan precisa como implacable: el Mas style, Obama y Bin Laden en la proa del barco emulando la mítica escena del film Titanic, antes de que, ups, Bin Laden se fuera por la borda; o el Ministro español de Educación, Cultura y Deporte, José Ignacio Wert caracterizado como un casposo y perverso personaje de ciencia ficción, entre otros, configuran un universo de caricaturas de personajes y situaciones reales, que funciona como un espejo deformante de una realidad ya bastante deformada.
Pero ¿y el arte? La sátira, la ironía o la burla ácida son algunos de los recursos del arte para criticar o denunciar una realidad determinada. Honoré Daumier realizaba caricaturas con las cosas que le desagradaban de la sociedad en la que le había tocado vivir. William Hogarth elaboraba “modern moral subjects” que eran parodias de aquello que quería poner en evidencia. Ejemplos más recientes son Dan Perjovschi, que hace dibujos que toman la historia como un continuo de eventos, o David Shrigley, cuyos dibujos aluden a los aspectos más oscuros de la existencia cotidiana. Para hacer más accesibles sus trabajos, Shrigley no tiene problema en utilizar todo tipo de canales y formatos. Es capaz de hacer instalaciones, fotografías, esculturas, dibujos, libros, cubiertas de discos, posters, tattoos, objetos varios como saleros y pimenteros, intervenciones en escaparates y en el espacio público o señales de libros.
Sin embargo, si tuviéramos que buscar el equivalente al estilo Polònia en arte contemporáneo éste podría ser Maurizio Cattelan, capaz de combinar escultura y performance, ridiculizando a quien haga falta, y transgresor, muchas veces en relación al espectador. Su pequeño Hitler, castigado de rodillas, o el Papa Juan Pablo II abatido por un meteorito son buenos ejemplos de ello y se han convertido en imágenes recurrentes para ilustrar los artículos en la prensa generalista que periódicamente lanzan una “original” pregunta “¿Es esto arte?”. ¿Cuál es, entonces, la diferencia? ¿Cuál la efectividad de la estrategia? Polònia es televisión y Cattelan un artista que, aunque puede trabajar en el espacio público, siempre se enmarca dentro del sistema del arte. Polònia no tiene que justificar que lo que hace es humor, televisión o crítica política, mientras que Cattelan a menudo tiene que justificar que lo que hace es arte. Los aspectos críticos se discuten luego y el humor, el “vaseline” del humor, puede también resultar complicado para la complejidad y la sofisticación que, en el fondo, están en el ADN del mundo del arte.
(ENG)
In the field of branding, “baseline” is the advertising phrase that accompanies the brand in all the media supports used to promote it. Nike’s “Just do it”, Nokia’s “Connecting people”, the “Move your mind” of Saab or Apple’s “Think Different”. In colloquial terms, branding professionals refer to the “baseline” as “vaseline”, that is to say, the lubricant that helps the message “enter”.
In the context of culture, humour, parody and satire can have this “vaseline” effect, enabling authors to criticise facts, situations or questionable systems relentlessly. There are times when in which reality is so tough, disconcerting, unreasonable and unjust, that it seems as if it is only through parodied representations that one can agitate perceptions and consciences. One of these moments was in the convulsive thirties, that gave rise to the political photo-montages of John Heartfield (born Helmut Herzfeld): Adolf Der Übermensch: Schluckt Gold und redet Blech (Adolf, Superman: swallows gold and spouts junk), in which with the help of X rays one sees Hitler’s innards, a pile of golden coins; Goering: Der Henker des Dritten Reichs (Goering, Executioner of the Third Reich) appears caricatured as a butcher or Hurrah, die Butter is alle! (Hurray! The butter is all gone), in which a family sitting around a table have nothing more to eat than bits of metal, in reference to the unfortunate phrase pronounced by Göring during a period of food scarcity, in which he affirmed that iron had always made the nation strong, while butter and lard only made people fat. It wasn´t by chance, that Hurrah, die Butter is Alle! was paid homage to, at an equally critical time, by punk, appearing on the cover of “Mittageisen” by Siouxsie and the Banshees.
The heirs to the photomontages of Heartfield or Jacob Kjeldgaard (who with the pseudonym Marinus realised critical photo-collages for the French newspaper Marianne) are now to be found in the written press, in satirical magazines like El Jueves, Karma Dice, Chralie Hebdo, or, the recently appeared, Mongòlia“a satirical magazine without any message” that is defined itself in a manifesto//declaration, that makes its message quite clear and which includes in each issue the section “Reality News”, with investigative articles (of the serious kind) in which reality exceeds any kind of parody.
In February 2006, Polònia was born on TV3, the regional Catalan television, a programme of political satire, the very name of which used ironically the denomination “polacos”, a derogatory and colloquial term used to refer to Catalans. The current political scene has become such a parody of itself that the programme’s scriptwriters each week find it harder to surpass it. The portrait that Polònia makes of Catalan, Spanish and International society is as precise as it is relentless: Mas style, Obama and Bin Laden at the prow of a boat emulating the mythical scene from the film Titanic, before, oops, Bin Laden falls overboard or the Spanish Minister of Education, Culture and Sport, or Jose Ignacio Wert caricatured as a decrepit and perverse science fiction character, amongst others, configure a universe of caricatures of real people and situations, that function as a distorting mirror on a reality that is already fairly deformed.
But, what about art? Satire, irony or cutting mockery, are some of art’s recourses to criticise or denounce a certain reality. Honoré Daumier made cartoons about the things that he didn´t like, about the society that had to live in. William Hogarth elaborated “modern moral subjects” that were parodies of what he wanted to place in evidence. More recent examples are Dan Perjovschi, who makes drawings that take history as a continuum of events, or David Shrigley, whose drawings allude to allude to the darker aspects of everyday existence. To make his works more accessible, Shrigley has no problem in using any type of channel or format. He is capable of making installations, photographs, sculptures, drawings, books, record covers, posters, tattoos, objects such as salt and pepper pots, interventions in shop windows and public spaces or even bookmarks.
But if we had to look for the equivalent of the Polòniastyle in contemporary art it could be Maurizio Cattelan, capable of combining sculpture and performance and ridiculing whoever necessary, often transgressive, in relation to the spectator. His little Hitler reduced to kneeling or Pope Juan Pablo II struck by a meteorite are good examples of this and have become recurring images used to illustrate articles in the general press that periodically lances an “original” question, “Is this art?”. So what is the difference? How effective is the strategy? Polònia is television and Cattelan an artist who, though he can work in the public space, is always framed within the art system. Polònia doesn´t have to justify what it does as humour, television or political criticism, while Cattelan often has to justify what he does as art. The critical aspects are discussed afterwards and the humour, the “Vaseline” of humour, can end up being complicated for the complexity and sophistication that, ultimately, form part of the DNA of the art world.
(CAT)
A l’àmbit del branding, «baseline» és la frase de comunicació que acompanya la marca en tots els suports de comunicació que s’utilitzen per promocionar-la. És el «Just do it» de Nike, «Connecting people» de Nokia, «Move your mind» de Saab o «Think Different» d’Apple. En termes col·loquials, els professionals del branding es refereixen al «baseline» com a «vaseline», és a dir, el lubricant que fa que «entri» el missatge.
En el context de la cultura, l’humor, la paròdia i la sàtira poden tenir aquest efecte «vaseline» que permet als seus autors realitzar implacables crítiques de fets, situacions o sistemes qüestionables. Hi ha moments en què la realitat és tan dura, desconcertant, poc raonable i injusta, que només mitjançant la representació paròdica sembla que es poden agitar les percepcions i les consciències. Un d’aquests moments van ser els convulsos anys 30, quan van sorgir els fotomuntatges polítics de John Heartfield (nascut Helmut Herzfeld): Adolf Der Übermensch: Schluckt Gold und redet Blech (Adolf, Superman: s’empassa or i parla ferralla), en el qual es pot veure, a l’interior de Hitler i amb l’ajuda de raigs X, una pila de monedes d’or; Goering: Der Henker des Dritten Reichs (Göring l’executor del Tercer Reich) apareix caracteritzat com un carnisser o Hurrah, die Butter is alle! (Hurra! La mantega s’ha acabat), en el què una família asseguda al voltant d’una taula no té res més per menjar que trossos de metall, en referència a una desafortunada frase de Göring pronunciada durant un període d’escassetat d’aliments, quan va afirmar que el metall sempre ha fet fort a la nació, mentre que la mantega i els greixos només creen gent grassa. No és casualitat que Hurrah, die Butter is Alle! fos homenatjada pel punk en moments posteriors i també molt crítics, apareixent a la portada del disc «Mittageisen» de Siouxsie and the Banshees.
Els hereus del fotomuntatge de Heartfield o de Jacob Kjeldgaard (que amb el pseudònim de Marinus va realitzar crítics fotocollages per al diari francès Marianne) es troben ara mateix en la premsa escrita, en revistes satíriques com El Jueves, Karma Dice, Charlie Hebdo, o, d’aparició més recent, Mongòlia «la revista satírica sense cap mena de missatge», que es defineix a partir d’un manifest/decàleg, que deixa ben clar quin és el missatge, i que en cada número inclou la secció «Reality News», amb reportatges d’investigació (dels seriosos) en què la realitat supera qualsevol paròdia.
A TV3, la televisió autonòmica catalana, al febrer de l’any 2006, va néixer Polònia, un programa de sàtira política, el nom del qual ironitza amb la denominació de “polacos”, un terme despectiu i col·loquial usat per referir-se als catalans. L’actualitat política s’està tornant tan auto-paròdica que els guionistes del programa ho tenen cada setmana més difícil per superar-la. El retrat que Polònia fa de la societat catalana, espanyola i internacional és tan precisa com implacable: el Mas style, Obama i Bin Laden a la proa del vaixell emulant la mítica escena del film Titanic, abans que, ups!, Bin Laden se’n vagi per la borda; o el ministre espanyol d’Educació, Cultura i Esport, José Ignacio Wert, caracteritzat com un caspós i pervers personatge de ciència ficció, entre d’altres, configuren un univers de caricatures de personatges i situacions reals, que funciona com un mirall deformant d’una realitat ja bastant deformada.
Però, i l’art? La sàtira, la ironia o la broma àcida són alguns dels recursos de l’art per criticar o denunciar una realitat determinada. Honoré Daumier realitzava caricatures amb les coses que li desagradaven de la societat en què li havia tocat viure. William Hogarth elaborava «modern moral subjects», que eren paròdies d’allò que volia posar en evidència. Exemples més recents els trobem en Dan Perjovschi, que fa dibuixos que prenen la història com un continu d’esdeveniments, o David Shrigley, els dibuixos del qual al·ludeixen als aspectes més foscos de l’existència quotidiana. Per tal de fer més accessibles els seus treballs, Shrigley no té problema en utilitzar tot tipus de canals i formats. És capaç de fer instal·lacions; fotografies; escultures; dibuixos; llibres; cobertes de discos; pòsters; tattoos; objectes diversos, com salers i pebrers; intervencions en aparadors i en l’espai públic, o senyals de llibres.
No obstant, si haguéssim de buscar l’equivalent a l’estil Polònia en art contemporani, aquest podria ser Maurizio Cattelan, capaç de combinar escultura i performance, ridiculitzant qui sigui necessari, i transgressor, moltes vegades en relació a l’espectador. El seu petit Hitler, castigat de genolls, o el Papa Joan Pau II, abatut per un meteorit, en són bons exemples, i s’han convertit en imatges recurrents per il·lustrar els articles en la premsa generalista que periòdicament llancen una «original» pregunta «Això és art?». Quina és, doncs, la diferència? Quina l’efectivitat de l’estratègia? Polònia és televisió i Cattelan un artista que, encara que pugui treballar en l’espai públic, sempre s’emmarca dins el sistema de l’art. Polònia no ha de justificar que el que fa és humor, televisió o crítica política, mentre que Cattelan sovint ha de justificar que el que fa és art. Els aspectes crítics es discuteixen després, i l’humor, el «vaseline» de l’humor, pot també resultar complicat per a la complexitat i la sofisticació que, en el fons, es troba a l’ADN del món de l’art.