http://www.a-desk.org/highlights/spip.php?article1849
http://www.a-desk.org/highlights/spip.php?article1887
http://www.a-desk.org/highlights/spip.php?article1872
El Instituto Francés de Barcelona presenta estos días El perímetro interno, una exposición colectiva comisariada por Andrea Rodríguez Novoa y Veronica Valentini. La docena de trabajos de artistas españoles y franceses presentes en El perímetro interno plantea una reflexión sobre la noción de límite (geográfico, histórico, temporal, político, económico, social, cultural, personal…), y sus ambigüedades e imprecisiones.
Narrar historias, destacar ejemplos, apuntar puntos de confluencia o realizar ligeros desplazamientos son algunas de las estrategias utilizadas por estos artistas para explorar dicha noción. Oriol Vilanova toma una vitrina del Instituto Francés y la desprovee de su función, simplemente exponiéndola abierta. A partir de la imagen de un cilindro de cera, Dominique Hurth propone una serie de elementos narrativos no lineales. “Que predomine la esperanza sin ser demasiado visionarios” es el mensaje que Anna Moreno escribió en las pancartas que mostró en la manifestación mundial del 15 de octubre de 2011 en Barcelona y Viena. Una inquietante e indescifrable carta anónima es la propuesta de Audrey Cottin centrada en los límites de la autoría. Una fotografía acompañada de una concha de quahog son los elementos que utiliza Aymeric Ebrard a modo de ejemplo para tratar de identificar aquello que constituye el formar parte de una comunidad. Fran Meana presenta una instalación, de equilibrio un tanto inestable, en la que se contraponen (y se acaban descubriendo muchos aspectos comunes) imágenes relacionadas con el Land Art norteamericano y con revueltas obreras en los astilleros del norte de España. Ariadna Parreu se adentra en el mundo de los deseos y las utopías, utilizando referencias científicas, geométricas o telequinésicas. Pauline Bastard deja a la vista los mecanismos para producir una romántica puesta de sol. Ryan Rivadeneyra relata, visual y literariamente, su infructuosa búsqueda de Tartessos, la mítica ciudad perdida. En su film, Pythagore et les monstres, Louise Hervé y Chloé Maillet transforman al filósofo Pitágoras en el protagonista de una película con numerosos rasgos de serie B. A partir de las referencias de un relato de Lewis Carroll, Irene de Andrés construye un mapa perfecto, del que sólo queda el marco. La compleja historia de Europa, transformada ahora en parque de atracciones turístico es reflejada por Lúa Coderch en una instalación en la que un calefactor hincha artificialmente una bolsa de tienda de souvenirs.
El perímetro interno comparte aproximación e inquietudes con otro proyecto presentado recientemente en la Capella y que comentábamos hace unas semanas:La condición narrativa, comisariado por Alexandra Laudo. Ambas plantean una reflexión a partir de un tema concreto y relevante en estos momentos (una se centra en la imagen y la condición narrativa, mientras la otra explora la noción de límite y sus imprecisiones) y en su proceso de reflexión evidencian más cosas: una cierta aproximación generacional de los artistas (nacidos en la década de los 80) que trabajan con una gran diversidad de materiales, pero a menudo en formatos low tech; que investigan, señalan y presentan hechos o acontecimientos del presente o del pasado que permiten una reflexión sobre el presente; que explican historias o construyen situaciones y que muestran mecanismos.
Y ya que hablamos de temas generacionales, vale la pena recordar que durante la década de los 70, en una Barcelona todavía sin instituciones de arte contemporáneo (recordemos que la primera de ellas, la Fundación Joan Miró se inauguró en el año 1975), algunas de las propuestas artísticas más arriesgadas tuvieron lugar en los institutos extranjeros de la ciudad. El Institut Français, el Istituto Italiano di Cultura, el Goethe-Institut y Instituto de Estudios Norteamericanos fueron algunos de los lugares en los que se presentaban los trabajos de los artistas conceptuales, así como los encuentros, charlas y seminarios que reflexionaban sobre el nuevo papel del arte y los artistas.
No sé si la historia se repite, pero no deja de ser curioso que en un momento en que las instituciones artísticas barcelonesas se muestran desorientadas, algunas de las propuestas más interesantes surgen de iniciativas independientes, en institutos de cultura extranjeros, estudios de artistas, o espacios sin ánimo de lucro. Y las razones para ello no hay que buscarlas sólo en los recortes o en el incremento del IVA.
(ENG)
At the moment the French Institute in Barcelona is presenting El perímetre intern (The internal perimeter), a group exhibition curated by Andrea Rodríguez Novoa and Veronica Valentini. The dozen or so works, by Spanish and French artists, presented in El perímetro interno propose a reflection on the notion of limits (geographical, historical, political, economic, social, cultural, personal…), their ambiguities and their imprecisions.
Narrating stories, highlighting examples, indicating points of confluence or carrying out small displacements are just a few of the examples employed by these artists to explore this notion. Oriol Vilanova takes a vitrine from the French Institute and deprives it of its function, simply exhibiting it open. Through the image of a wax cylinder, Dominique Hurth proposes a series of non-linear narratives. “Let hope predominate without being too visionary” is the message that Anna Moreno wrote on the placards that she showed in the world demonstration of 15 October 2011 in Barcelona and Vienna. A disturbing and undecipherable anonymous letter is the proposal by Audrey Cottin that focuses on the limits of authorship. A photograph accompanied by a Quahog shell are the elements that Aymeric Ebrard uses as a way of trying to identify what constitutes forming part of a community. Fran Meana presents an installation, with a slightly unstable equilibrium, where he compares images (and one ends up finding many common features) related to North-American Land Art and workers revolts in the dockyards of the northern Spain. Ariadna Parreu enters into the world of desires and utopias, using scientific, geometric and telekinesic references. Pauline Bastard reveals the mechanisms used to produce a romantic sunset. Ryan Rivadeneyra relates, visually and literally, his unsuccessful search for Tartessus, the mythical lost city. In their film, Pythagore et les monstres, Louise Hervé and Chloé Maillet transform the philosopher Pythagoras into the protagonist of a film with numerous traits of a B series film. Through references to a story by Lewis Carroll, Irene de Andrés constructs a perfect map, of which all that is left is the frame. The complex history of Europe now transformed into a huge tourist theme park is reflected in an installation, by Lúa Coderch, in which an electric fan artificially blows up a bag from a souvenir shop.
The internal perimeter shares approaches and concerns with another project recently presented in la Capella that we commented on a few weeks ago: La condició narrativa, curated by Alexandra Laudo. Both propose a reflection related to a specific theme and one that is relevant at the moment (one focuses on the image and the narrative condition, while the other explores the notion of limits and their imprecisions) and in this process of reflection they also evidence other things: a certain generational approximation of the artists (born in the decade of the eighties) who work with a huge diversity of materials, though often in low-tech formats; that they investigate, indicate and present facts or events from the present and the past that make it possible to reflect on the present; that they explain histories or construct situations and reveal mechanisms.
And as we’re talking about generational themes, it’s worth remembering that during the seventies, in a Barcelona still devoid of contemporary art institutions (let’s not forget that the first, the Fundació Joan Miró, was inaugurated in 1975), some of the most risky artistic proposals took place in the foreign institutes in the city. The Institut Français, the Istituto Italiano di Cultura, the Goethe-Institut and the Institute of North American Studies were just a few of the places where the works by conceptual artists were presented, as well as the encounters, discussions and seminars that reflected on the new role of art and artists.
I’m not sure if history is repeating itself, but it’s curious that just when the artistic institutions in Barcelona seem to have lost their way, some of the most interesting proposals are arising out of independent initiatives, in foreign cultural institutes, artists’ studios and non-profit spaces. And the reasons for this are not to be found solely in the cuts or the increase in VAT.
(CAT)
L’Institut Francès de Barcelona presenta aquests dies El perímetre intern, una exposició col·lectiva comisariada per Andrea Rodríguez Novoa i Veronica Valentini. La dotzena de treballs d’artistes espanyols i francesos presents a El perímetre intern planteja una reflexió sobre la noció del límit (geogràfic, històric, temporal, polític, econòmic, social, cultural, personal …), i les seves ambigüitats i imprecisions.
Narrar històries, destacar exemples, apuntar punts de confluència o realitzar lleugers desplaçaments són algunes de les estratègies utilitzades per aquests artistes a fi d’explorar aquesta noció. Oriol Vilanova pren una vitrina de l’Institut Francès i la desproveeix de la seva funció, simplement exposant-la oberta. A partir de la imatge d’un cilindre de cera, Dominique Hurth proposa una sèrie d’elements narratius no lineals. «Que predomini l’esperança sense ser massa visionaris» és el missatge que Anna Moreno va escriure en les pancartes que va mostrar a la manifestació mundial del 15 d’octubre de 2011 a Barcelona i Viena. Una inquietant i indesxifrable carta anònima és la proposta d’Audrey Cottin centrada en els límits de l’autoria. Una fotografia acompanyada d’una petxina de Quahog són els elements que utilitza Aymeric Ebrard a tall d’exemple per provar d’identificar allò que constitueix el formar part d’una comunitat. Fran Meana presenta una instal·lació, d’equilibri un tant inestable, en què es contraposen (i s’acaben descobrint molts aspectes comuns) imatges relacionades amb el Land Art nord-americà i amb les revoltes obreres a les drassanes del nord d’Espanya. Ariadna Parreu s’endinsa en el món dels desitjos i les utopies, utilitzant referències científiques, geomètriques o telecinèsiques. Pauline Bastard deixa a la vista els mecanismes per produir una romàntica posta de sol. Ryan Rivadeneyra relata, visual i literàriament, la infructuosa recerca de Tartessos, la mítica ciutat perduda. En el seu film, Pythagore et les monstres, Louise Hervé i Chloé Maillet transformen el filòsof Pitàgores en el protagonista d’una pel·lícula amb nombrosos trets de sèrie B. A partir de les referències d’un relat de Lewis Carroll, Irene de Andrés construeix un mapa perfecte, del qual només queda el marc. La complexa història d’Europa, transformada ara en parc d’atraccions turístic és reflectida per Lúa Coderch en una instal·lació en la què un calefactor infla artificialment una bossa d’una botiga de souvenirs.
El perímetre intern comparteix aproximació i inquietuds amb un altre projecte presentat recentment a La Capella i que comentàvem fa unes setmanes: La condició narrativa, comissariat per Alexandra Laudo. Ambdues plantegen una reflexió a partir d’un tema concret i rellevant en aquests moments (un se centra en la imatge i la condició narrativa, mentre que l’altra explora la noció de límit i les seves imprecisions), i en el seu procés de reflexió evidencien més coses: una certa aproximació generacional dels artistes (nascuts en la dècada dels 80) que treballen amb una gran diversitat de materials, però sovint en formats low tech, que investiguen, assenyalen i presenten fets o esdeveniments del present o del passat que permeten una reflexió sobre el present; que expliquen històries o construeixen situacions i que mostren mecanismes.
I ja que parlem de temes generacionals, val la pena recordar que durant la dècada dels 70, en una Barcelona encara sense institucions d’art contemporani (recordem que la primera d’elles, la Fundació Joan Miró, es va inaugurar l’any 1975), algunes de les propostes artístiques més arriscades van tenir lloc en els instituts estrangers de la ciutat. L’Institut Français, l’Istituto Italiano di Cultura, el Goethe-Institut i Institut d’Estudis Nord-americans van ser alguns dels llocs on es presentaven els treballs dels artistes conceptuals, així com les trobades, xerrades i seminaris que reflexionaven sobre el nou paper l’art i els artistes.
No sé si la història es repeteix, però no deixa de ser curiós que en un moment en què les institucions artístiques barcelonines es mostren desorientades, algunes de les propostes més interessants sorgeixen d’iniciatives independents, en instituts de cultura estrangers, estudis d’artistes, o espais sense ànim de lucre. I les raons per a això no cal buscar-les només en les retallades o en l’increment de l’IVA.