Sierra es un artista que no provoca indiferencia. Su trayectoria se ha ido configurando a partir de una serie de trabajos de carácter tan intenso como desigual. Algunos de sus proyectos son de una precisión absoluta y buenos ejemplos de ello son sus propuestas para el Pabellón Español en la Bienal de Venecia del año 2003, en la que un muro de ladrillo visto bloqueaba la puerta de entrada al Pabellón Español, permitiendo sólo el acceso a los portadores de un DNI español o de «Edificio Iluminado. Arcos de Belén, 2, México D.F. Agosto 2003», que consistió en iluminar un edificio ubicado en el centro de Ciudad de México, abandonado tras el terremoto del año 86 y ocupado por vendedores ambulantes e indigentes. En el otro extremo, encontramos propuestas excesivamente obvias o abiertas a fáciles polémicas: «245 metros cúbicos» (2006), consistente en transformar una sinagoga en Alemania en una cámara de gas, o «10 personas remuneradas para masturbarse. Calle Tejadillo, La Habana, Cuba, Noviembre 2000» que consistía precisamente en eso, en recibir 20 $ a cambio de masturbarse delante de una cámara.
«Los Penetrados» también utiliza el sexo pero con una finalidad bien diferente. La exposición consiste en un vídeo y dos series de fotografías en blanco y negro. La idea de la penetración, de sumisión, de personas de distinta razas que penetran y son penetradas o incluso el hecho de que el vídeo se filmara el día 12 de Octubre, que en el pasado fascista de nuestro país se asoció al Día de la Raza, no dejan de ser intenciones un tanto obvias. Sin embargo, «Los Penetrados» puede ser leída (como bien se apunta en la hoja de sala de la galería) como «la combinación de 110 elementos de dos colores y dos géneros» (que responden a las combinaciones de cuerpos que realizan el acto, blanco-blanca, blanco-blanco, blanco-negra, blanco-negro, negro-negra, negro-negro, negro-blanca, negro-blanco y también a los diez actos en los que se divide el vídeo). Estas premisas son las que nos acercan al Sierra más preocupado por los aspectos formales y estéticos, con claras alusiones al minimalismo, el conceptual, e incluso al constructivismo ruso…
Estos intereses forman parte del discurso de Sierra ya desde la primera mitad de los 90, con la realización de contenedores de hierro e intervenciones en espacios, que se acompañaban de unos títulos muy descriptivos. Eran los casos de «Rectángulo de 1000×400 cm. cortado sobre el suelo” o “2 contenedores industriales de 1.200 x 200 x 200 cm. cada uno”. En el año 2004, otros dos trabajos incidían en la interrelación entre el comentario socio-político y los referentes estéticos: «111 construcciones hechas con 10 módulos y 10 trabajadores» y «Ordenación de 12 parapetos prefabricados, Israel 2004», en el que 12 parapetos prefabricados de los habitualmente empleados por el ejército fueron colocados en el Museo Herzliya, en Israel, en las 12 formas posibles, sin repetición y a distancias equidistantes.
«Los Penetrados» se encuadra en esta misma línea de trabajo, de manera que la combinación de 110 elementos de dos colores y dos géneros se filma no por casualidad en blanco y negro en imagen de gran textura y en un espacio definido por un espejo, que multiplica las formas y amplia el espacio. Las fotografías muestran cada una de las variaciones y combinaciones posibles de las parejas que actúan sobre 10 mantas de fieltro y que evidencian también las ausencias, cuando alguna de las mantas permanece vacía. Las fotografías, insisto, muestran la disposición de las mantas como si de una pieza minimalista se tratara. Asimismo, los cuerpos filmados y fotografiados recuerdan a los documentos de registro de performances de los años 60 y 70; las mantas que físicamente se han colocado en el espacio central de la galería en el piso superior no pueden dejar de remitirnos al fieltro de Beuys y, finalmente, las composiciones de las fotografías de menor tamaño en el espacio de la planta superior se asemejan a las composiciones geométricas del constructivismo ruso.
Si, como decíamos, en el trabajo de Santiago Sierra la intensidad (en el proceso, en los temas, en las formas) está garantizada, el equilibrio entre la precisión y el impacto acostumbra a ser un tanto irregular. En ese sentido, «Los penetrados» no es una de sus propuestas más precisas, puesto que el comentario social queda reducido a un enunciado demasiado literal y las referencias artísticas acaban cayendo en un excesivo formalismo. Sin embargo, este no debe ser un argumento para aquellos que, superficialmente, tienden a catalogar su trabajo como polémico y especulador.