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CAROLINA BONFIM
Con su trabajo, Carolina Bonfim explora los códigos de la gestualidad y de la representación del cuerpo, así como las sobreposiciones y desplazamientos entre la mirada y la presencia física. Mediante proyectos de escala muy humana, la artista plantea escenarios y situaciones que permiten una relación directa entre artista y espectador, así como el cuestinamiento de ambos roles.
Con una formación en artes escénicas y visuales en en el Instituto de Artes UNESP de São Paulo, Carolina Bonfim (São Paulo, Brasil, 1982) se instaló en Barcelona para seguir un máster de Producción e Investigación Artística de la Universidad de Barcelona. La constatación de las diferencias de los movimientos corporales, especialmente en el baile, entre ambos lugares, la llevó a una investigación fruto de la cual son los trabajos, Here, Please (2012) y Remake of movements in night clubs (2012). En el primero de ellos, reproducía con exactitud los movimientos de algunas coreografías relacionadas con la cultura pop, tras su estudio minucioso y sistemático. En el segundo, tras la observación cuidadosa de los movimentos de baile en el club Moog de Barcelona, la artista los reproducía miméticamente como manera para establecer un diálogo con otras personas.
Ambos proyectos son antecedentes directos de Balmes 88 (2014), una performance realizada por la artista en los espacios de un local del número 88 de la calle Balmes de Barcelona, que había sido el club after del mismo nombre y que se estaba transformando en los espacios que acogería la galería de arte Cyan. En esos espacios, todavía en obras, durante cuatro viernes de los meses de abril y mayo, la artista se dedicó a bailar en soledad, algunos de los éxitos que sin duda sonaron durante la anterior vida del local. La acción, que sólo podía ser vista desde la calle, convertía a los posibles espectadores en voyeurs. Como un acto de resistencia, Bonfim recuperaba el pasado del espacio y evidenciaba cómo los cambios de usos no son sino el resultado de las transformaciones urbanas y de los mecanismos de poder que las dictan y que, directa e indirectamente, condicionan determinadas formas de usos y comportamientos.
Las relaciones interpersonales y el replanteamiento e interferencias entre los roles de artista y público, así como la reformulación de la noción de performance son constantes en el trabajo de Carolina Bonfim. Un ejemplo destacado es Corazón 190, una performance para un único participante que se presentó en el contexto de la convocatoria Barcelona Producción 2013 de La Capella. El número 190 del título hace referencia a la frecuencia de pulsaciones que marcan el umbral del ataque cardíaco. En Corazón 190, Bonfim alude a la taquicardia que puede originar la tensión o la incertidumbre. La performance no es realizada por la artista sino por el participante que decide inscribirse y obedecer las instrucciones que vía SMS le van guiando por La Ramblas de Barcelona hasta acabar en un piso del barrio del Raval en el que nadie le espera. La disposición a asumir que el rol de público no tiene por qué ser pasivo ni cómodo, implica, como espectador, la aceptación de una transferencia en el control del trabajo, la apertura a lo inesperado, la sumisión de seguir unas indicaciones, de entrar en el espacio de ficción de otro o a la posibilidad de ser otro. Al adentrarse en un espacio privado que es de otro y en ausencia de éste, el espectador se encontraba con algunas fotografías que le mostraban efectuando el recorrido que había realizado sólo unos minutos antes, es decir, le confrontaban con la evidencia de que había sido observado, vigilado y controlado. En la tensión entre diferentes contrarios (presencia y ausencia, espacio público y espacio privado, identificación y resistencia), Carolina Bonfim plantea la performance como el medio para repensar el yo, la relación con los otros, la construcción del espacio personal e interpersonal o los mecanismos de transferencia de control.
Montse Badia
Barcelona, 27 de julio de 2014