De Pollock a la performance

http://www.a-desk.org/highlights/spip.php?article1453

http://www.a-desk.org/highlights/spip.php?article1462

http://www.a-desk.org/highlights/spip.php?article1464

El desgaste de ciertas prácticas curatoriales llevadas a cabo en los últimos años en el ámbito internacional, unida a la ausencia de unos estudios en arte en el ámbito local que planteen análisis metodológicos en lugar de enumerar tendencias y cronologías, hacen más necesarias que nunca las exposiciones de tesis fruto de una investigación rigurosa y, sobre todo, que elaboren recorridos temporales transversales.

En ese sentido, estamos de suerte porque hasta el 24 de febrero la Fundación Miró de Barcelona presenta “¡Explosión! El legado de Jackson Pollock”, coproducida junto al Moderna Museet y comisariada por Magnus af Petersens, hasta hace unos días jefe del Departamento de Exposiciones y Colecciones del Moderna Museet y desde este mes de octubre conservador jefe de la Whitechapel Gallery de Londres. En el año 2006, Magnus af Petersen estaba preparando una exposición individual de Paul McCarthy y hablando sobre algunos de sus primeros trabajos (que pueden verse ahora también en “¡Explosión!”) el artista comentó la influencia que para él había tenido Jackson Pollock y, especialmente, su proceso de trabajo. Esta referencia nada obvia fue el punto de partida de la exposición que el pasado verano se presentó en Estocolmo y ahora, con algunas diferencias que comentaremos más adelante, lo hace en Barcelona.

Cierto es que Petersens no descubre la pólvora y así lo reconoce explícitamente. El subtítulo de la exposición “El legado de Jackson Pollock” reproduce el título del ensayo escrito en el año 1956 por Allan Kaprow, el mismo que acuñó la palabra “happening” y contribuyó a la aparición de las prácticas artísticas conceptuales. Petersens sigue el diagnóstico de Kaprow al identificar el momento posterior a la Segunda Guerra Mundial como el detonante de una necesidad de empezar de cero, de agredir la pintura, percibida como una práctica ya agotada y explorar otras vías. Y para ese empezar de cero unas imágenes fueron clave para señalar un antes y un después: las fotografías de Hans Namuth que acompañaron un artículo aparecido en la revista “Life” sobre Jackson Pollock en el que se mostraban sus obras, pero sobre todo, al artista en acción (y nunca mejor dicho).

La tesis de la exposición es bien clara: evidenciar el legado de Pollock, es decir, del artista en acción, subrayando la relevancia del gesto y sus consecuencias: el cambio en el papel del artista y su distancia respecto a “la obra”, el énfasis en los procesos y el cambio en el rol que debe asumir el espectador. En el camino se van mostrando diferentes opciones y aproximaciones: el grupo Gutai en Japón lanzando botellas llenas de pintura contra las telas; Niki de Saint Phalle disparando pintura; las máquinas que pintan de Jean Tinguely; Yves Klein vestido con smoking dando instrucciones a sus modelos para realizar “en vivo y en directo” sus Antropometrías o el mismo artista realizando las pinturas con fuego; etc etc.

Y aquí se introduce uno de los mayores logros de esta exposición que es el de situar los documentos audiovisuales al mismo nivel que las obras, documentos a los que, por otra parte podemos acceder vía youtube, pero que al situarse justo al lado de la “obra” (como estudiábamos en Historia del Arte en la Universidad de Barcelona), se convierten en un “update” brutal de los trabajos.

El azar, las instrucciones, las coreografías o las performances son aspectos con los que los artistas están trabajando ahora mismo. Y esta relación con el presente, que formaba parte de la exposición en su presentación en Estocolmo, es la que se ha obviado en su viaje a Barcelona o se ha hecho a la manera de pequeñas pinceladas (léase trabajos en vídeo de Janine Antoni o Tracey Moffat y Gary Hillberg, sin grandes complicaciones ni requerimientos para su instalación). Y es una verdadera lástima porque la performance está presente en diferentes programas expositivos de la ciudad, como Fabra i Coats o la Fundación Tàpies, pero no se ha conseguido marcar un recorrido real, más allá de la mención en los diferentes folletos informativos de dichas instituciones.

(ENG)

The erosion of certain curatorial practices, that has occurred over the last few years across the international stage, along with the paucity within the local arena of studies into art, that propose methodological analyses instead of merely enumerating tendencies and chronologies, means the need is greater than ever for thesis exhibitions, the fruit of rigorous research that, above all, elaborate temporally transversal trajectories.

In this sense we’re fortunate because until 24 February, the Miró Foundation in Barcelona is presenting “Explosion! The legacy of Jackson Pollock”, co-produced with the Moderna Museet and curated by Magnus af Petersens, who until a few days ago was head of Exhibitions and Collections at the Moderna Museet and, since October, is the chief curator of the Whitechapel Gallery in London. In 2006, Magnus af Petersen was preparing a solo show of Paul McCarthy and while talking about some of his first works (that can also be seen in “Explosion!”) the artist commented on the influence that Jackson Pollock had had on him and, in particular, his working process. This brief reference was the point of departure for the exhibition.

It is true that Petersens hasn´t discovered dynamite and he recognises it explicitly. The subtitle of the exhibition “The legacy of Jackson Pollock” reproduces the title of the essay written in 1956 by Allan Kaprow, the same one that coined the word “happening” and contributed to the appearance of the practices of conceptual art. Petersens follows Kaprow’s diagnosis in identifying the time after World War II, as being the detonator for a need to start from scratch, to attack painting, already perceived as an exhausted process, and to explore new routes. And in this starting from scratch a few images were key in indicating a before and after: the photographs of Hans Namuth that accompanied an article about Jackson Pollock, that appeared in “Life” magazine, which showed his works, but above all, the artist in action (and never a truer word said).

The thesis of the exhibition is more than clear: to evidence the legacy of Pollock, that is to say, the artist in action, underlining the relevance of gesture and its consequences: the change in the role of the artist, a distancing with regard to “the work”, the emphasis on process and the change in role that the spectator has had to adopt. Different options and interpretations are shown along the way: the Gutai group in Japan, throwing bottles full of paint against canvases; Niki de Saint Phalle shooting paint; Jean Tinguely’s painting machines; Yves Klein dressed in black tie giving instructions to his models to carry out “live and in situ” his Anthropometries, or the same artist realizing his paintings with fire; etc. etc.

And here one of the major achievements of this exhibition is introduced, that is situating the audio-visual documents on the same level as the works, documents that, otherwise can be accessed via youtube, however, by situating them right beside the “work” (in the way we studied Art History at the University of Barcelona), they turn into a brutal “update” of these works.

Chance, instructions, choreographies or performances are issues that artists are currently working with. And this relation to the present that formed part of the exhibition when it was presented in Stockholm has been circumvented in its journey to Barcelona or it has been done with minimal brushstrokes (read video works of Janine Antoni or Tracey Moffat and Gary Hillberg, without excess complications nor requirements for their installation). And it is a real shame, because performance is present in different exhibition programmes within the city, such as Fabra i Coats or the Fundación Tàpies, but as yet has not managed to mark out a real circuit, beyond being mentioned in the different informative leaflets of these institutions.

(CAT)
El desgast de certes pràctiques curatorials dutes a terme en els últims anys a l’àmbit internacional, unit a l’absència d’uns estudis en art a l’àmbit local que plantegin anàlisis metodològics enlloc d’enumerar tendències i cronologies, fan més necessàries que mai les exposicions de tesis, fruit d’una investigació rigorosa, i sobre tot, que elaborin recorreguts temporals transversals.

En aquest sentit, estem de sort perquè fins al 24 de febrer la Fundació Miró de Barcelona presenta “Explosion! El llegat de Jackson Pollock”, co-produïda junt al Moderna Museet i comissariada per Magnus af Petersens, fins fa uns dies, cap del Departament d’Exposicions i col·leccions del Moderna Museet i des d’aquest mes d’octubre conservador en cap de la Whitechapel Gallery de Londres. L’any 2006, Magnus af Petersen estava preparant una exposició individual de Paul McCarthy i, parlant sobre alguns dels seus primers treballs (que poden veure’s ara també a “Explosion!), l’artista va comentar la influència que per a ell havia tingut Jackson Pollock, i especialment, el seu procés de treball. Aquesta referència gens òbvia va ser el punt de partida de l’exposició que el passat estiu es va presentar a Estocolm, i que ara, amb algunes diferències que comentarem més endavant, es fa a Barcelona.

Cert és que Petersens no descobreix la pólvora i així ho reconeix explícitament. El subtítol de l’exposició “El llegat de Jackson Pollock” reprodueix el títol de l’assaig escrit per Allan Kaprow, el mateix que va encunyar la paraula “happening”, i va contribuir a l’aparició de les pràctiques artístiques conceptuals. Petersens segueix el diagnòstic de Kaprow en identificar el moment posterior a la Segona Guerra Mundial com el detonant d’una necessitat de començar de zero, d’agredir la pintura, percebuda com a pràctica ja esgotada, per explorar altres vies. I per començar de zero, unes imatges van ser claus per assenyalar un abans i un després: les fotografies de Hans Namuth que van acompanyar un article aparegut a la revista “Life” sobre Jackson Pollock en el que es mostrava les seves obres, però sobre tot, l’artista en acció (i mai millor dit).

La tesis de l’exposició és ben clara: evidenciar el llegat de Pollock, és a dir, de l’artista a l’acció, subratllant la rellevància del gest i les seves conseqüències: el canvi en el paper de l’artista i la seva distància respecte “la obra”, l’èmfasi en els processos i el canvi en el rol que ha d’assumir l’espectador. En el camí es van mostrant diferents opcions i aproximacions: el grup Gutai a Japó llençant ampolles plenes de pintura contra les teles; Niki de Saint Phalle disparant pintura; les màquines que pinten de Jean Tinguely; Yves Klein vestit amb esmòquing donant instruccions als seus models per realitzar “en viu i en directe” les seves Antropometries, o el mateix artista realitzant pintures amb foc, etcètera, etcètera.

I aquí s’introdueix un dels majors èxits d’aquesta exposició, que és el de situar els documents audiovisuals al mateix nivell que les obres, documents als que, d’altra banda, podem accedir via Youtube, però que en situar-se just al costat de l’ “obra” (com estudiàvem a Història de l’Art a la Universitat de Barcelona), es converteixen en un “Update” brutal dels treballs.

L’atzar, les instruccions, les coreografies o les performances són aspectes amb els que els artistes estan treballant ara mateix. I aquesta relació amb el present, que formava part de l’exposició en la seva presentació a Estocolm, és el que s’ha obviat en el seu viatge a Barcelona o s’ha fet a la manera de petites pinzellades (veure treballs en vídeo de Janine Antoni o Tracey Moffat i Gary Hillberg, sense grans complicacions ni requeriments per a la seva instal·lació). I és una vertadera llàstima, perquè la performance és present a diferents programes expositius de la ciutat, com Fabra i Coats o la Fundació Tàpies, però no s’ha aconseguit marcar un recorregut real, és enllà de la menció dels diferents fulletons informatius de les mencionades institucions.