El derecho a la protesta y a cambiar las cosas

Vivimos tiempos convulsos, parafraseando el título de la exposición con la que el IVAM de Valencia conmemora sus treinta años de existencia. Tiempos ambiguos e injustos, que siguen una lógica más propia de una novela distópica que del mundo solidario y sostenible en el que nos gustaría vivir. Como en los años 30 o en los 60, parece que no nos queda sino protestar, mostrar públicamente el rechazo ante situaciones o acciones que son injustas o desproporcionadas, mediante marchas, manifestaciones, resistencias, acciones violentas o pacíficas, infiltraciones, huelgas, boicots, artículos críticos, tuits irónicos o #hashtags.

También el arte puede ser un amplio campo de expresión que se nutre de la crítica y el comentario social, el activismo o la propuesta de alternativas. Desde la distribución de botellas de Coca-Cola con el mensaje “Yankees go home”, infiltrado por el artista Cildo Meireles, hasta los dibujos de protestas extraídos de los medios de comunicación por Rirkrit Tiravanija, pasando por los posters y estadísticas de Guerrilla Girls, han sido muchos los artistas que han alzado sus voces en contra del intervencionismo norteamericano, las injusticias sociales o la desigualdad entre hombres y mujeres.

En el punto en el que la representación se une a la acción, vale la pena recordar los casos en los que los artistas recogen o colaboran con activistas que resuelven con éxito sus reivindicaciones. Dos ejemplos: los trabajos videográficos del austriaco Oliver Ressler, recientemente presentados en una exposición en la galería Ángels Barcelona, sobre acciones de grupos activistas dirigidas a alertar contra el cambio climático con la propuesta de alternativas para frenar lo irremediable. Es el caso de la instalación multicanal “Everything’s coming together while everything is falling apart” (2016-2018) en la que se recogen diversas acciones como el bloqueo de una central eléctrica en Alemania o la comunidad creada tras el bloqueo a la construcción de un aeropuerto en Francia.

Otro caso es el de The Yes Men, un conocido grupo de activistas norteamericanos que el pasado 16 de enero distribuyeron una edición falsa/optimista de The Washington Post, con fecha de 1 mayo de 2019, en la que aparecía en portada la noticia de la dimisión de Donald Trump como presidente, tras las continuas protestas llevadas a cabo por mujeres y, cuyo interior resumía las noticias que a todos nos gustaría que fueran verdad: del #MeToo al Trump “You’re Fired”, la reacción positiva de la comunidad internacional, el fin de las injusticias y el triunfo de la democracia. Y, sobre todo, aparece como noticia la de la falsa edición del mismo periódico que ya predecía los hechos que se narran con fecha de mayo de 2019.

Cambiar el imaginario y resistir. Ejercer nuestros derechos, votar para poder cambiar las cosas. Protestar y ser proactivos al mismo tiempo. Luchar contra la injusticia y, sobre todo, no conformarse.

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Un grupo de activistas distribuye “Bye Bye 45”, una edición satírica de The Washington Post. Fotografía: Tasos Katopodis/Getty Images for Yes Labs