JENS HAANING. Antonio, Aurangzeab, Deniz, Ecevit, Faysal, Hakan, Murat, Oemer, Radovan, Sambas, Shabeer y Dennis (ESP)

El trabajo de Jens Haaning (Copenhague, 1965) gira en torno al modo en que se compone la sociedad y a las estrategias de comunicación y de expresión del poder. La noción de «frontera», en cuanto determinante de pertenencia o exclusión, es inherente a su discurso. Haaning investiga la complejidad de la asimilación cultural desde dos puntos de vista: el de la mayoría y el de la minoría. El inicio de su exploración en este sentido se remonta a 1994, cuando apenas comenzaba a intuirse el impacto que habrían de tener la globalización y la estandarización. Pero ahora, cuando en países como Dinamarca se propone rebajar el salario de los inmigrantes -por el simple hecho de serlo- o cuando en el nuestro el drama de las pateras se ha convertido en una sección fija en los informativos, las reflexiones de Haaning adquieren una especial relevancia.

La muestra actual -Antonio, Aurangzeab, Deniz, Ecevit, Faysal, Hakan, Murat, Oemer, Radovan, Sambas, Shabeer y Dennis- presenta una selección de obras que son referencias visuales y auditivas de anteriores proyectos del artista (casi todos concebidos para espacios públicos) que exploran las nociones de diferencia cultural, extranjería, frontera y exclusión.

Ma’lesh (2000) es una gran caja de luz con la frase «¿a quién le importa?», escrita en árabe, cuya ambigua declaración admite, así, tanto una lectura desde el resentimiento como desde la resignación. El mensaje, que formalmente podría parecer un reclamo publicitario, es sólo accesible a quienes conocen ese idioma. Haaning, consciente de que la pertenencia o la exclusión dependen del acceso a determinados códigos, los invierte, de modo que los habitualmente excluidos son aquí los únicos con posibilidad de acceso. No es extraño que Ma’lesh, que debía ser instalada en la fachada de un edificio de Besançon, fuese desestimada, en plena campaña electoral, por el alcalde de la ciudad, que la consideró una provocación.

Antonio, Aurangzeab, Deniz, Ecevit, Faysal, Hakan, Murat, Oemer, Radovan, Sambas, Shabeer y Dennis son los nombres de los protagonistas de Foreigners Portraits (2000), pertenecientes todos ellos a la primera generación de refugiados en Copenhague. En esta serie de fotografías, Haaning convierte en protagonistas a miembros de un colectivo por lo general marginado de los sistemas de representación dominantes. A pesar de que los doce retratados asumen claramente los códigos de vestuario y accesorios de nuestras estandarizadas sociedades occidentales (pantalones Jack and Jones, chaqueta Diesel, camiseta Puma, camisa Fred Perry, calzoncillos Calvin Klein, móvil Nokia…) difícilmente serían escogidos para publicitar dichas marcas.

La cultura del «otro», del extranjero, es también transpuesta a otro ámbito en Turkish Jokes (1994) y en Arabic Joke (2002). En la primera, donde un altavoz instalado en una plaza de Oslo (y, más tarde, en la Documenta 11), emitía chistes en turco. En Arabic Joke, un cartel con un chiste en árabe se distribuyó por el centro de Ginebra. De nuevo, con un sutil desplazamiento, el artista modificaba la relación del transeúnte con el espacio público. De repente, tan sólo los conocedores del idioma disponían de la clave para entender la situación.

Foreigners Free (1997-2001) brindaba a los visitantes extranjeros el acceso gratuito a las exposiciones de un centro de arte. En este contexto, el extranjero es, a menudo, el turista que puede costearse los gastos de un viaje. Pero extranjeros son también aquellos inmigrantes que se ven obligados a vivir en sociedades que no los aceptan o, peor aún, que los convierten en invisibles. Haaning evidencia estos mecanismos al situarlos en primer plano. Con la inclusión de los extranjeros en el grupo de personas que merecen una atención especial (esto es, junto a parados, jubilados, niños o discapacitados), subraya la fragilidad de su condición.

La contradicción entre la falta de poder y el deseo, a causa de la diferencia, define la experiencia social y estética del trabajo de Jens Haaning, que adopta la estrategia duchampiana de convertir los objetos cotidianos en objetos de experiencia estética. No obstante, a diferencia de Duchamp, Haaning extrapola situaciones de la vida real que, con leves desplazamientos, plantearán contundentes interrogaciones, proporcionando al espectador la oportunidad de decidir por sí mismo acerca de su valor. El discurso de Jens Haaning es tremendamente crítico y político, sin ser provocador ni panfletario. El artista simplemente busca una confrontación con «lo diferente», con la que trata de promover en el público una percepción distinta de la realidad, capaz de cuestionar determinados prejuicios adquiridos.

Montse Badia
Noviembre de 2003.