Peter Liversidge (Lincoln, UK, 1973) hace propuestas. El artista lleva diez años haciendo propuestas, que ha presentado, entre otros, en el Edinburgh Art Festival, en el festival Europalia en Bruselas o en la sección Unlimited de la feria de arte Art Basel.
Todos sus proyectos se inician en un mismo punto: una propuesta que consiste en la idea de escribir propuestas. «I propose to write proposals for Montse Badia at the Centre d’Art Santa Mònica, Barcelona, during October 2007. Starting no sooner than the first of October and finishing no later than the thirtyfirst of October 2007». Este fue el inicio de la exposición «Proposals for Barcelona» de Peter Liversidge en el Centro de Arte Santa Mónica.
Algunas de las ochenta y ocho propuestas presentadas por Peter Liversidge son utópicas, otras son imposibles, otras son poéticas, otras son de carácter práctico y otras son un puro divertimento. De lo más absolutamente banal a lo transcendente, las propuestas de Liversidge son más prescriptivas que descriptivas. Algunas de ellas han sido realizadas y se encuentran materializadas o documentadas en el propio espacio de exposición, otras, en cambio, abren un espacio para que el espectador pueda interpretarlas libremente. Así, en la sala de exposiciones podemos encontrar objetos relacionados con una de las propuestas previamente enviadas por Liversidge («I propose to place on the floor of Gallery 2 at Centre d’Art Santa Monica a bronze cast of the two elastic bands I found outside my front door this morning. The elastic bands were the red type often dropped by postmen. They were laying on top of each other, and this is how they will appear in the gallery space»), documentación gráfica de acciones llevadas a cabo por el propio artista («I propose to scatter Brittish wild-flower seeds in any broken ground in the city of Barcelona»), documentación de acciones que a todos nos gustaría llevar a cabo («I propose to use the telephones at Centre d’Art Santa Monica to phone everyone I know») o propuestas que el espectador puede dotar de connotaciones más transcendentes («I propose to escape to the beach»).
Peter Liversidge envió por correo postal 88 propuestas, previamente mecanografiadas y de las que sólo existe un original. Pero su deuda con el arte conceptual no atiende sólo a aspectos puramente formales. Las propuestas de Liversidge no son un revival del arte conceptual. Su proximidad a las prácticas conceptuales históricas radica en su punto de partida, en su actitud. Liversidge realiza una crítica institucional, no siempre obvia, pues más que denunciar o poner en evidencia unos mecanismos o tics determinados, el artista nos hace replantearnos una serie de procesos o roles asumidos. Liversidge no responde a la invitación del comisario con una o dos propuestas de exposición, sino que lo hace con muchas (a veces son veinte, a veces ochenta y a veces son casi doscientas), de manera que inicia un proceso de discusión, de intercambio de puntos de vista, de decisiones y también de responsabilidades compartidas que convierten la preparación del trabajo en un punto álgido de intensidad del cual queda poco rastro una vez se «materializa» la exposición.
Sin embargo, la crítica institucional es un medio y no un fin para Liversidge. Con sus propuestas, el artista nos invita a repensar los roles pero también nos hace repensar la naturaleza y los entornos inmediatos, al tiempo que abre un mundo de posibilidades. Y todo esto lo hace no tanto a partir de gestos grandilocuentes, sino de acciones pequeñas y concisas, de escala muy humana pero que pueden hacer cambiar radicalmente nuestra percepción de las cosas.
Liversidge nos confronta a las distintas concepciones de la naturaleza a partir de sus representaciones (hace moldes en distintos materiales de una piedra encontrada, expone un pájaro disecado, muestra films registrados en el zoológico, expone dibujos invernales o presenta un tributo floral de un lugar idealizado por el artista); nos confronta a la percepción del entorno (mediante la luz, el humo, las canciones o los sonidos); se propone metas personales (aprender español, corregir los errores, hacer planes…); ofrece servicios (regentar un restaurante en el centro de la ciudad, hacer de fotógrafo de bodas…) o propone formas difíciles de llevar a cabo para cambiar nuestro entorno (poner en la parte inferior del teleférico unos focos que proyecten haces de luz sobre la ciudad).
Con unas propuestas más o menos concretas, más o menos ambiciosas, más o menos visionarias, Peter Liversidge nos invita a pensar que es posible incidir en el entorno que nos rodea. Partiendo de los aspectos más cotidianos que definen nuestras biografías, el artista evidencia que es posible apelar a la imaginación y a otros mundos posibles, opta por el sentido del humor como detonante para plantear cuestiones esenciales acerca del ser humano. Las propuestas de Peter Liversidge no son guiones escritos, sino posibilidades ilimitadas.
Montse Badia