En el año 1987, seis años después de que se detectaran los primeros casos de SIDA, un grupo de seis artistas y activistas norteamericanos creó «Silence = Death», un slogan que se proponía romper con los tabúes que rodeaban la enfermedad. En veinte años, las cosas han cambiado bastante. Las investigaciones médicas han avanzado de manera espectacular. Sin embargo, en muchos países no occidentales la prevención y la estigmatización de los enfermos todavía no están resueltos.
No cabe duda que el arte es una forma de conocimiento, de cuestionamiento, de crítica, de empatía y de activismo. En los Estados Unidos de los años 80, el arte asumió un papel activista para hacer oír la voz, reclamar derechos y criticar a un gobierno extremadamente conservador. Las campañas y los eslóganes de ACT UP; la serie «Imagevirus» de General Idea con el logo AIDS ocupando el espacio público; el «AIDS Timeline» de Group Material; la gravedad del autorretrato de Robert Mappelthorpe o la sutileza de las instalaciones de Félix González-Torres son sólo algunos ejemplos de unas propuestas artísticas con una finalidad de trascendencia y de concienciación. En todos los casos, los artistas tenían una experiencia directa de la enfermedad, pero ninguno de ellos centraba su trabajo en el impacto físico de la enfermedad en su cuerpo.
Recientemente se ha inaugurado en Barcelona un gran proyecto expositivo, presentado en diferentes instituciones de la ciudad, entre ellas, la Fundación Suñol, Casa Asia, Casa Elizalde, Palau Robert y MACBA. El proyecto es una iniciativa de la Fundación ArtAids, impulsada y dirigida por el escritor y coleccionista Han Nefkens, con la finalidad de «canalizar recursos económicos y energías humanas a favor de las personas seropositivas y de la prevención de la enfermedad». Convencido de la capacidad del arte como motor de conocimiento, Nefkens comisionó a una veintena de artistas un proyecto alrededor de este tema. Los resultados son bien variados: parten de un trabajo conjunto con personas afectadas («Dead Man Walking» de L.A.Raeven, «El jardiner astrònom» de Josep M. Martín), se centran en la presencia pública de la enfermedad («Línea roja» de Ignasi Aballí, «Trad as I» de Antonio Ortega), o realizan procesos de investigación en países con problemáticas bien definidas («Lab 50» de Pep Dardanyá).
Es curioso como la actitud ha cambiado mucho respecto a los 80, pero las necesidades de comunicar, dar a conocer, compartir, fomentar el respeto y la acción siguen siendo las mismas. El «Silence = Death» de los 80 puede substituirse ahora por «You Are not Alone».