Transgeneracions 2 es la respuesta a una invitación: la de trabajar a partir de la idea de «generación». Este ha sido el punto de partida para iniciar un proceso de investigación, para abrir espacios para el diálogo, para el intercambio y la reflexión conjunta y cruzada. Se han incorporado voces, visiones y experiencias de más de un centenar de agentes, entre artistas, críticos, comisarios, personas relacionadas con museos e instituciones y gestores culturales.
Transgeneracions 2 se ha propuesto la recopilación de información y testimonios a partir de conversaciones, declaraciones, cuestionarios, documentos y trabajos. Tres artistas, Daniel Jacoby, Efrén Álvarez y Xavier Gavín darán forma (digital, analógica y audiovisual, respectivamente) a toda la información recopilada, contribuyendo a su interpretación.
Trangeneracions 2 es un proyecto comisariado por Montse Badia y Alex Brahim
There is a point in Valle-Inclán’s play Bohemian Lights when the author speaks through the mouth of his protagonist, Max Estrella: ‘Classical heroes reflected in those concave mirrors manifest Esperpento. The tragic sense of life can occur only with a systematically deformed aesthetics.’
The drawings of David Shrigley touch on the dark side of everyday existence. They are direct, they make no concessions and depict the more absurd aspects of our society. For Shrigley, ‘humour is only the sugar with which the message is coated to make it sweeter’. With an absolutely personal, low-tech do-it-yourself aesthetic, Shrigley uses a wide range of formats—drawings, animations, sculptures, posters, installations, websites, photographs, multiples, postcards, record covers, books and T-shirts—to make his work more accessible. An artist, musician and filmmaker, Shrigley uses text—complete with crossings-out—to enrich the meaning to his drawings.
The universe Shrigley (a good introduction to which is his website, http://www.davidshrigley.com) is governed by an almost infantile cruelty and a fascination with things quite unrelated to the adult world with its rigid regard for norms and conventions. Dirt, fluids, animals, insects, monsters and completely asocial characters abound in his work. As Katrina M. Brown remarks in a catalogue text on the artist: ‘Though there is an undeniable humour in Shrigley’s work, it is not light, bright and witty but markedly sinister, with an inclination toward what is inferior in life.’ Insects, fluids, dirt, hidden things are brought into the foreground, like the curled-up bug-eyed creatures in his sculpture The Contents of the Gap between the Refrigerator and the Cooker—or to put it another way, all the germs, creepy-crawlies, grime, scraps of food and other imaginable and unimaginable items that accumulate in unswept, unthought-of spaces over the years. All of them are products of our fantasies, or our nightmares, and conjure up a world far removed from norms and conventions, where control and appearances mean nothing.
The protagonists of Shrigley’s works tend to be strange characters: sociopaths, at once vicious and lovable, they experience situations that reveal strange logics, in which fear, phobias, love, cruelty and tenderness are constant presences. This is true of Pete, for example, the unbalanced protagonist of the animation Who I Am and What I Want, made with Chris Shepherd. Pete talks about his life, his desires and his dreams. He tells the story of a life of excess that has led him to turn away from the ferocious competitiveness of the city and take refuge in the woods, where he lives with animals. The strange becomes commonplace, the ordinary gives way to the extraordinary.
There is a tender and subtle David Shrigley, the Shrigley who can take a photograph of a balloon with a smiley face in the rumpled sheets of an unmade bed. But there is also a more acid and bitter Shrigley, the Shrigley who offers us a decapitated stuffed cat, a stuffed squirrel holding its head in its hands as if it were a nut, or a tooth riddled with cavities in front of a mirror (What Decay Looks Like).
The two works that David Shrigley is presenting at the Centre d’Art Santa Mònica are not typical instances of the language usually associates with this artist. In neither the animation Sleep nor the installation Insects is humour the most apparent feature. This time round Shrigley has chosen to dispense with the sugar that would make the message sweeter. Sleep has no clear beginning or end. For the whole of its eight minutes, the action of the animation is reduced to a man (not too physically attractive) sprawled on a bed, sleeping, breathing deeply, sometimes moving his hands a little, shifting the position of his head, his facial expression changing with his dreams. Perhaps his dreams are taking place in a strange univers, the one we find in the installation at the second floor, with armies of very homemade-looking insects and other elements whose metal bodies come in a thousand different shapes.
Again, then, sleep and insects, outside of the rules, outside of control and conventions, moving in a territory beyond consciousness, in the realm of the latent, the secret, an asocial area rife with all manner of fears, doubts and anxieties. They are reflected and reflect us in concave mirrors that hold up to our eyes tremendously human traits.
En un momento de “Luces de Bohemia”, Valle-Inclán habla en boca de su protagonista, Max Estrella: „Los héroes clásicos reflejados en los espejos cóncavos dan el Esperpento. El sentido trágico de la vida sólo puede darse con una estética sistemáticamente deformada“.
Los dibujos de David Shrigley aluden al lado más oscuro de la existencia cotidiana. Son directos, sin concesiones y muestran los aspectos más absurdos de nuestra sociedad. Para él, “el humor es sólo el azúcar con el que se adorna el mensaje para hacerlo más dulce”. Con una estética “do-it-yourself”, absolutamente personal y “low tech”, Shrigley utiliza múltiples formatos (dibujos, animaciones, esculturas, posters, instalaciones, páginas web, fotografías, múltiples, postales, portadas de discos, libros y camisetas) para hacer más accesibles sus trabajos. Artista, músico y cineasta, Shrigley utiliza el texto –tachaduras incluídas- para añadir significado a sus dibujos.
El universo Shrigley (del cual da buena cuenta su página web: http://www.davidshrigley.com) está presidido por una crueldad casi infantil y una fascinación por aspectos no vinculados al mundo de los adultos, es decir, a un mundo regido por normas y convenciones. De este modo, suciedad, fluidos, animales, insectos, monstruos o personajes absolutamente asociales pueblan sus trabajos. Así lo explicaba Katrina M. Brown en un texto sobre el artista: “En la obra de Shrigley encontramos un humor ineludible. Sin embargo, no se trata de un ingenio ligero y brillante, sino antes bien, marcadamente siniestro y con una inclinación hacia lo que hay de inferior en la vida”. Los insectos, los fluidos, la suciedad, lo que se esconde aparece en primer plano. Como los seres apelotonados de ojos sorprendidos de su obra “The Contents of the Gap between the Refrigerator and the Cooker”, o lo que es lo mismo, todos los gérmenes, animalitos, basuras, restos de comida y demás elementos imaginables e inimaginables que con los años se acumulan en espacios tan invisibles como el hueco que queda entre la nevera y la cocina. Todos ellos son producto de la fantasía, o mejor, de la pesadilla, y evocan todo un mundo ajeno a normas y convenciones, ajeno al control y a las apariencias.
Los protagonistas de sus obras acostumbran a ser personajes extraños, sociópatas, crueles y entrañables a la vez, que experimentan situaciones que evidencian lógicas extrañas y en las que hacen acto de presencia el miedo, las fobias, el amor, la crueldad y también la ternura. Es el caso de Pete, el desequilibrado protagonista de la animación “Who I am and what I want”, realizada en colaboración con Chris Shepherd. Pete nos habla acerca de su vida, sus deseos y sus sueños. Nos cuenta la historia de una vida de excesos que le ha llevado a alejarse de la feroz competitividad de la ciudad y exiliarse en el bosque, donde convive con los animales. Lo extraño se convierte en habitual, lo ordinario da paso a lo extraordinario.
Existe un David Shrigley tierno y sutil, como cuando realiza la fotografía de un globo con la cara sonriente que aparece entre las sábanas de una cama desecha. Sin embargo existe también un Shrigley más ácido y amargo, que presenta un gato disecado sin cabeza, una ardilla disecada que sostiene su cabeza entre sus manos como si fuera una nuez o un diente lleno de caries frente a un espejo (“What Decay Looks Like”).
Los dos trabajos que David Shrigley presenta en el Centro de Arte Santa Mónica no muestran de una manera evidente el lenguaje de este artista. Tanto en la animación «Sleep» como en la instalación «Insects», el humor no es el elemento más destacado. En esta ocasión, Shrigley prescinde del azúcar que podría hacer más dulce el mensaje. «Sleep» no tiene un inicio ni un final claros. Durante los ocho minutos que dura la animación, la acción se reduce a un hombre (de físico no precisamente agradable) tumbado en su cama que duerme, respira profundamente, a veces mueve levemente las manos, cambia la posición de su cabeza y modifica su expresión en función de sus sueños. Quizá sus sueños aparezcan poblados por un universo extraño, el que encontramos en la segunda planta, poblada por un ejército de insectos y otros elementos, de factura muy casera, con cuerpos de metal y mil formas imaginables. De nuevo, el sueño y los insectos, escapan a las normas, al control y a las convenciones, se mueven en un territorio de no consciencia, en el reino de lo latente, de lo oculto, en un espacio asocial, en el que afloran todos los miedos, dudas e inseguridades. Se reflejan y nos reflejan en espejos cóncavos que no hacen sino sacar a la luz aspectos tremendamente humanos.
Alicia Framis takes conflicts or contradictions she sees around her as the starting point for the new ideas, models or prototypes that make up her series. Violence, security, coexistence, communication and loneliness are among the key themes that have articulated her work. Framis gets involved in specific issues and projects for a certain period of time —which can range from a few days to a few years— during which her authentic ‘works in progress’ are defined, transformed and evolve, often in relation to the places where they are presented.
The artist once defined the aim of her work as being essentially ‘to create a good concept for life’: a positioning as direct as it is complex, and one that in the last analysis is simply an affirmation of the need for art as a catalyst for other ways of looking, seeing and questioning things. These premises are present in all of Framis’s projects to date, a few of which it may be pertinent to recall here, as an introduction to Guantanamo Museum, her most recent work. In Dreamkeeper (1997), for example, she placed an advert in the papers offering to watch over the dreams of lonely people; in Remix Buildings (1999-2000) she put forward a new approach to architecture, bringing together unlikely combinations of functions —a cinema and a hospital, an underground railway and a cemetery, a motorway and a memorial, and so on— in order to demonstrate the extent to which our society strives to render invisible all those aspects of existence related to disease, old age, suffering and death. Anti-Dog (2002-2003), a reflection on violence against women, consisted of a collection of dresses made of special fabrics: bullet-proof, flame-retardant and resistant to attack by dogs. Secret Strike (2003-…) is a series of collective performances staged with the support of various institutions —Tate Modern in London, Inditex in Santiago de Compostela, Rabobank in Utrecht…— in which the workers interrupt whatever they happen to be doing for a few moments and bring the activity of these major employers to a complete standstill.
Collaboration, then, is another key aspect of Framis’s work. Not only on the part of the architects, designers, musicians or writers whom she often enlists as her travelling companions, but also of the people she directly involves in her projects, and of the spectator, who cannot help but be implicated into her works.
Guantanamo Museum is the latest project by Alicia Framis, and the Centre d’Art Santa Mònica is the second stop on what looks set to be lengthy expected itinerary which started at the Galería Helga de Alvear in Madrid with a ‘sketchbook’ in which the artist presented her concerns in relation to a highly topical issue: the prison at Guantánamo. Since 2002, the U.S. military has used its base in Guantánamo Bay (Cuba) as a maximum security detention centre. The prisoners in Guantánamo, seized and imprisoned without trial, are classified as ‘enemy combatants’ and suspected of terrorist activities, deprived of the most basic rights and systematically tortured… Numerous initiatives in various parts of the world continue to condemn the existence of Guantánamo. A few weeks ago, the press announced that ‘the U.S. Supreme Court gives the coup de grace to the limbo at Guantánamo’, citing the judges’ decision that the detainees have a constitutional right to defend themselves in the civil courts. This may be the definitive end of Guantánamo.
Alicia Framis’s project starts from the observation that in all likelihood the Guantánamo prison will be closed soon, at which point it will inevitably be turned into a museum, because we live in a society that has an insatiable need to museify everything. Auschwitz and Alcatraz are good examples of how from the memory of horror can create souvenirs for the tourist trade. Framis does not try to be categorical or to provide solutions, but aims instead at a more in-depth take on whether it is legitimate to turn horror into a consumer product. After all, perhaps museums of this kind are a lesser evil, a way of ensuring that certain atrocities are not forgotten?
Alicia Framis’s Guantanamo Museum pinpoints this paradox with its proposal of a possible a museum for Guantánamo — a museum that the artist will undoubtedly define further in the course of successive presentations of her project. In this exhibition at the CASM, the artist focuses on the essential human factor by remembering all the people who have been or are still caged in the camps at Guantánamo. Guantanamo Museum: The List is a memorial in which 274 sawn-through motorcycle helmets evoke the prisoners’ vulnerability and the abuse of their integrity, while the voice of the musician Blixa Bargeld reads out a list, compiled by the writer Enrique Vila-Matas, of all the men’s names, reminds us of their presence and, at the same time, their absence.
In parallel, Guantanamo Museum: Sketches is a reinterpretation of different parts of the prison camps, showing how they could be converted into the proposed museum, whose motto is ‘Things to Forget.’ In defining the objects to be displayed in the museum, the artist has been working with various collaborators, including architects, designers and design students, and running a series of workshops at the Felicitat Duce School of Fashion (Barcelona), the IED European Design Institute (Madrid and Barcelona) and Can Xalant (Mataró). One result of these workshops is the exhibition Guantanamo Museum: Workshops, a selection of ideas, sketches and prototypes that Alicia Framis has incorporated into her proposal for the Museum of Guantánamo, the latest —and the last?— museum to emerge from horror.
Alicia Framis parte de los conflictos o las contradicciones que ve a su alrededor para plantear nuevas ideas, modelos o prototipos que configuran sus series de trabajos. La violencia, la seguridad, la convivencia, la comunicación o la soledad son algunos de los principales temas que han articulado sus propuestas. Framis se involucra en temas y proyectos concretos durante un tiempo determinado, que puede ir desde unos días hasta unos años. Durante ese lapso de tiempo, y a la manera de auténticos work-in-progress, los proyectos se van definiendo, se transforman y evolucionan, a menudo en relación a los lugares donde viajan para ser expuestos.
En alguna ocasión, la artista ha definido el objetivo de su trabajo con una frase: “crear un buen concepto para la vida”. Un posicionamiento tan directo como complejo que, en el fondo no hace sino confirmar la necesidad del arte como catalizador de otras formas de ver, de mirar y de cuestionarse las cosas. Unas premisas que comparten todos los proyectos que Framis ha realizado hasta la fecha y entre los que es pertinente recordar algunos, a modo de introducción a Guantanamo Museum, su propuesta más reciente. En Dreamkeeper (1997), por ejemplo, insertó un anuncio en prensa en el que se ofrecía para velar los sueños de personas solitarias; en Remix Buildings (1999-2000) propuso una nueva forma de ver la arquitectura que ponía en relación funciones insospechadas –un cine y un hospital, un metro con un cementerio, una autopista con un monumento conmemorativo, etc.-, con la finalidad de evidenciar hasta que punto nuestra sociedad se empeña en hacer invisibles todos aquellos aspectos de la existencia relacionados con la enfermedad, la vejez, el sufrimiento y la muerte. Anti-dog (2002-2003), una reflexión sobre la violencia contra la mujer, consistió en una colección de vestidos realizados con tejido anti-balas, ignífugo y resistente a las agresiones de perros. Secret Strike (2003-…) es una serie de performances colectivas para las que cuenta con la colaboración de grandes empresas –Tate en Londres, Inditex en Santigo de Compostela, Rabobank en Utrecht…- en las que los trabajadores congelan cualquier acción durante unos instantes de manera que se detiene totalmente la actividad de estas grandes empresas y corporaciones.
La colaboración es, pues, otro aspecto fundamental en el trabajo de Framis. No sólo la de arquitectos, diseñadores, músicos o escritores que se convierten a menudo en sus compañeros de viaje, sino también la de las personas que de manera directa se ven involucrados en sus trabajos o la del propio espectador, que no puede dejar de verse integrado en sus obras.
Guantanamo Museum es el proyecto más reciente de Alicia Framis y el Centro de Arte Santa Mónica es la segunda parada de un viaje que se prevee largo y que se inició en la Galeria Helga de Alvear de Madrid, con un “bloc de notas” en el que la artista presentaba sus inquietudes en relación a un tema de actualidad: la prisión de Guantánamo. Desde el año 2002, el ejército de los Estados Unidos utiliza su base en la bahía de Guantanamo (Cuba) como prisión militar. Dotada de fuertes medidas de seguridad, los presos de Guantánamo, arrestados y encarcelados sin ser sometidos a un juicio previo, son considerados como “enemigos combatientes» y sospechosos de terrorismo, privados de cualquier derecho y sistemáticamente torturados…. En todo el mundo son numerosas las iniciativas que condenan la existencia de Guantánamo. Hace unas semanas, la prensa anunciaba que “el Supremo de EEUU da el golpe de gracia al limbo de Guantánamo”, al declarar que los detenidos tienen el derecho constitucional de defenderse ante los tribunales civiles estadounidenses. Este puede ser el fin definitivo de Guantánamo.
El proyecto de Alicia Framis parte de la constatación de que con toda probabilidad la prisión de Guantánamo será cerrada pronto e irremediablemente convertida en museo, puesto que vivimos en una sociedad que tiene una necesidad desmedida de musealizarlo todo. Auschwitz o Alcatraz son buenos ejemplos de cómo desde la memoria del horror se pueden llegar a crear souvenirs turísticos. Alicia Framis no pretende ser categórica ni dar soluciones, sino que quiere profundizar en esta controversia: ¿es legítimo transformar el horror en un elemento turístico de consumo? O, por el contrario, ¿la creación de estos museos es un mal menor para que ciertos horrores no caigan en el olvido?
El proyecto de Alicia Framis, Guantanamo Museum, subraya esta paradoja para proponer un posible museo para Guantánamo. Un museo que sin duda se irá definiendo durante las sucesivas ocasiones en que la artista exponga su proyecto. Por eso, en esta exposición en el CASM, la artista ha querido centrarse en un aspecto esencial, el factor humano, y recordar a todos los presos que han pasado, o todavía están en Guantánamo. Guantanamo Museum: The List es un memorial en el que los 274 cascos de moto cortados evocan la desprotección y el atentado a la integridad que sufren los prisioneros, mientras la voz del músico Blixa Bargeld lee en voz alta todos los nombres de los presos, un listado ordenado por el escritor Enrique Vila-Matas, que nos recuerda su presencia al mismo tiempo que su ausencia.
Paralelamente, Guantanamo Museum: Sketches muestra una reinterpretación de los espacios de la prisión y cómo pueden ser transformados en la propuesta de museo, cuyo lema es “Things to Forget”. Para definir los objetos que formarán parte del museo, la artista ha trabajado y continúa haciéndolo con diversos colaboradores, entre arquitectos, diseñadores y estudiantes de diseño, mediante una serie de talleres que se han desarrollado en la Escuela de Moda Felicidad Duce (Barcelona), el Instituto Europeo de Diseño (Madrid y Barcelona) y Can Xalant (Mataró). Como resultado de estos talleres, se presenta también en la exposición Guantanamo Museum: Workshops, una selección de propuestas y prototipos que ya forman parte de esta propuesta de Alicia Framis para el Museo de Guantánamo, el que debería ser el último de los museos surgido del horror.
«Six Degrees of Separation» presents a selection of videos from Cal Cego (www.calcego.com), a private collection focused on the present and characterised by the significant presence of photography and video as means of artistic expression. «Six Degrees of Separation», the core idea behind this program of videos, is a theory based on the idea that any person in the world could be connected to any other person through a chain of acquaintances with a maximum of five intermediate steps. This theory, initially proposed by the Hungarian writer Frigyes Karinthy in 1929, in a short story called Chains,
depends on the idea that there is an exponential increase in the number of acquaintances according to the number of links in the chain, and only a small number of links are necessary for the total number of acquaintances to encompass all of the world’s population.
Program:
Six degrees of separation is the starting point for a program that doesn’t simply set out to find a link (which may just be anecdotal) between the artists and videos that are presented. Instead, it emphasises the set of links shared by the selected videos, which can go from the individual self to the social self, starting from the individual’s need for self-definition and self-knowledge and for relating to his or her surroundings, and goes on to offer the individual’s own vision of the world, often including elements that form part of the collective imaginary.
David Shrigley. Who I am and what I want, 2005. 7’23»
Story of the excesses that have led Pete, the main character, to leave the fiercely competitive world behind and find refuge in the forest, where he lives in exile with the animals.
Pipilotti Rist. I want to see how you see, 2003. 4’48»
Lyriical story of a witch’s coven played over images of a person where each body part symbolically represents an area of the world.
David Bestué / Marc Vives. Acciones en casa. 2005. 33′
Continuation of an earlier work, Acciones en Mataró. tTis time set inside a flat in Barcelona’s Eixample.
José Álvaro Perdices. 47 names. 2004. 12’37»
Exploration of the importance of the way individuality is formed through an intervention in which forty seven children from South Central Los Angeles are asked to shout out their names
Javier Codesal. La Biblia en 25 frases. 3’29»
La Biblia en 25 frases brings together 25 sentences from the Bible in a totally subjective and random way and uses them to structure a new narrative.
Christian Jankowski. Flock. 2002. 12’15»
A group of visitors to an exhibition are transformed into a flock of sheep. This closes the “magic circle” through which Jankowski explores the relationship between artists, institutions and viewers.
Martí Anson. Walt & Travis. Cinema version 2003. 22′
Filmed in the United States, this video remains totally faithful to the codes and form of road movies. There’s a difference, however, because in his film Anson emphasises and recreates all those moments and situations that never appear in road movies.
Six degrees of separation presenta una selección de vídeos pertenecientes a Cal Cego (www.calcego.com), una colección privada centrada en el presente y en la que la fotografía y el vídeo tienen una presencia destacada. «Seis grados de separación», el eje que articula el programa de vídeos seleccionados, es una teoría basada en la idea de que cualquier persona del mundo puede estar conectado a cualquier otra a través de una cadena de conocidos que no tiene más de cinco intermediarios. La teoría, inicialmente propuesta en el relato Chains (1929), del escritor húngaro Frigyes Karinthy, se basa en la idea que el número de conocidos crece exponencialmente con el número de enlaces en la cadena, y sólo un pequeño número de enlaces son necesarios para conectar a toda la humanidad.
Programa:
Six degrees of separation es un punto de partida que más que pretender encontrar el nexo de unión (que a veces puede ser anecdótico) entre los artistas y los vídeos que presentamos, quiere enfatizar la serie de enlaces que los vídeos seleccionados comparten y que van del yo individual al yo social, iniciándose en el individuo y su necesidad de definirse, de conocerse y de relacionarse con el entorno, para pasar a ofrecer su propia visión del mundo, a menudo incorporando elementos que forman parte del imaginario colectivo.
David Shrigley. Who I am and what I want, 2005. 7’23».
Historia de una vida de excesos que han llevado a Pete, su protagonista, a alejarse de la feroz competitividad y exiliarse en el bosque, donde convive con los animales.
Pipilotti Rist. I want to see how you see, 2003. 4’48».
Cuento lírico que es reproducido sobre imágenes de una persona donde cada parte de su cuerpo representa, simbólicamente, una parte del mundo.
David Bestué / Marc Vives. Acciones en casa. 2005. 33′.
Continuación de un trabajo anterior, Acciones en Mataró, trasladando en este caso el escenario dentro de los límites de un piso del Eixample.
José Álvaro Perdices. 47 names. 2004. 12’37».
Exploración de la configuración de la individualidad a través de cuarenta y siete niños de South Central Los Ángeles a los que se les pide que griten sus nombres.
Javier Codesal. La Biblia en 25 frases. 3’29».
Selección totalmente subjetiva y aleatoria de 25 frases de La Biblia con las que se configura una nueva narración.
Christian Jankowski. Flock. 2002. 12’15».
Un grupo de visitantes a una exposición es transformado en un rebaño de ovejas. De esta manera se cierra el «círculo mágico» con el que Jankowski explora las relaciones entre el artista, la institución y el espectador.
Martí Anson. Walt & Travis. Cinema version 2003. 22′.
Film rodado en los Estados Unidos con fidelidad a los códigos y formatos de las road movies, aunque poniendo el énfasis y se recreándose en todos aquellos momentos o situaciones que en una road movie nunca aparecen.
Los Ángeles, 2019
En la azotea del edificio Lloyd, Roy Batty, el jefe del grupo de replicantes rebeldes que ha vuelto a la tierra para conocer el sentido de su existencia, está a punto de aceptar su final: “Yo he visto cosas que vosotros no creeríais. He visto atacar naves en llamas más allá de Orión. He visto rayos C brillar en la oscuridad cerca de la puerta de Tanhäuser. Todos estos momentos se perderán en el tiempo como lágrimas en la lluvia. Es hora de morir”.
El policía Rick Deckard se convierte en testigo y aliado, a pesar de que su misión inicial era bien distinta: “No sé por qué me salvó la vida. Quizás en esos momentos amaba la vida más de lo que la había amado nunca. No sólo su propia vida, sino la de todos. Mi vida. Todo lo que él quería eran las mismas respuestas que todos buscamos. ¿De dónde vengo? ¿A dónde voy? ¿Cuánto tiempo me queda?”.
Tiempo. La noción de tiempo nos conduce a una gran cuestión filosófica. La certeza de su finitud aboca a un interrogante existencial. Memento Mori. No olvidéis que vuestro tiempo no es eterno y se acabará algún día.
Y claro, el arte puede convertirse en una manifestación de las ideas, “en un caballo de Troya”, como lo definió en una ocasión la artista Ceal Floyer.
Tere Recarens preparó dos grandes contenedores, cuyo contenido sólo podrá ser desvelado el 19 de marzo del año 2014.
Kris Martin hizo una edición de diez esferas doradas cuyo interior alberga un artefacto explosivo que se activará dentro de cien años, en el año 2104.
James Lee Byars coleccionaba “esferas perfectas”, “momentos perfectos”, “frases perfectas”, todo aquello que merece perdurar y que sintetiza la esencia de las cosas, de la existencia.
Las pinturas y los vídeos de Muntean and Rosenblum muestran la nostalgia de una Arcadia que también nos recuerda lo efímero de la vida.
Felix Gonzalez-Torres deja que la pila de caramelos equivalente al peso de su amante enfermo vaya diezmando a medida que los visitantes a la exposición se los van llevando. Montañas de caramelos o pilas de posters van desapareciendo, dispersándose, como la vida.
Con canciones por todos compartidas, cantadas a capela, Susan Philipsz transforma un espacio común en un espacio que de repente podemos hacer nuestro, que vemos de una manera distinta, porque los temas que canta con su voz frágil y desnuda forman parte de nuestra propia biografía.
On Kawara nos recuerda constantemente que sigue vivo.
Kris Martin nos invita a que nos miremos en un espejo en el que, como si se tratara del final de una película están escritas las palabras “The End”.
Tiempo suspendido
Suspender el tiempo. Expandirlo. Para eternizarlo, pero también para evidenciar sus mecanismos. Para poner de manifiesto su sinsentido.
En Sleeping, Andy Warhol filma una noche de ocho horas de sueño del poeta John Giorno. La última imagen de la película es un plano congelado. También registra el Empire State Building durante ocho horas. Tiempo real y tiempo cinematográfico se superponen.
Martí Anson realiza una road movie que muestra todo aquello que una road movie nunca mostraría, esto es, los momentos en los que no sucede nada relevante, los tiempos muertos.
En 24 hours Psycho, Douglas Gordon ralentiza el film Psicosis de Alfred Hitchcok de manera que su duración coincide con las 24 horas en las que se desarrolla la trama de la película. No sólo enfatiza la negación de la narrativa, sino que convierte el suspense de la intriga en una narración suspendida.
Jeff Wall, Gregory Crewdson y otros artistas que trabajan “staged photographies” detienen la acción, pero para hacerla perdurar y para que lo ordinario del momento escogido nos haga ser conscientes de ciertos elementos perturbadores. En definitiva, para hacernos sospechar de lo que vemos.
Alicia Framis también detiene el tiempo, o mejor dicho, las personas que forman parte de diversas empresas e instituciones se mantienen completamente inmóviles durante unos minutos. Su gesto tiene consecuencias pero sobretodo sirve para recordarnos que cualquier acción individual puede tener un impacto extraordinario.
Economías del tiempo
Tiempo es dinero. El uso eficiente del trabajo responde a un sistema mental y económico en el que tiempo equivale a dinero. Nuestro devenir diario está completamente programado. No hay espacios para el imprevisto ni para el encuentro fortuito. El flâneur de Baudelaire, los paseos de los dandies acompañados de tortugas para marcar un ritmo lento; el deambular parisino de Breton en busca de Nadja y también de la poesía; los recorridos a la deriva de los situacionistas… han dejado de ser posibles o se han convertido en actos de resistencia o de asocialización, en intentos de readueñarnos de nuestro tiempo. Hay muchas formas de usar el tiempo y también de perderlo. La respuesta a la efectividad es una apuesta por la individualidad y un posicionamiento contra la estandarización. Es la búsqueda de unos resultados diferentes a los esperados.
El arte puede crear estos marcos de pensamiento. Permite plantear las cosas de otro modo. Permite aproximarse a la realidad desde perspectivas inéditas, desde el absurdo, desde el cuestionamiento de los valores predeterminados, desde la duda.
Francis Alÿs propone viajar de Tijuana a San Diego, pero no a través del camino que cruza la frontera mejicana-estadounidense, sino siguiendo otra ruta, vía Panamá, Santiago, Sydney, Singapur y Bangkok, que tardará treinta y cinco días en completar. También observa algunas “paradojas de la praxis”. Sometimes making something leads to nothing. El artista arrastra un bloque de hielo por las calles de Ciudad de Méjico hasta que se derrite, dejando únicamente un rastro húmedo. No cabe duda, se trata de una estimación absolutamente subjetiva de la economía del tiempo.
Claude Closky se recrea en esfuerzos improductivos, en conocimientos fútiles. Hace inventarios: los primeros mil números por orden alfabético. Colecciona frases hechas ordenándolas de la más larga a la más corta. Enumera los cuadritos de un bloc cuadriculado o hace un listado extraído de la guía de teléfonos de Dôle de 8633 personas de allí que no conoce.
Ignasi Aballí también hace listados extraídos de los periódicos: de personas, de artistas, de obras, de muertos… Malgasta botes enormes de pintura. Construye paredes sin utilidad o rectifica una superficie negra cubriéndola totalmente con tippex.
Para poner una rueda de bicicleta alrededor de una farola, Andreas Slominski hace levantar la farola, deposita la rueda en el suelo y luego vuelve a colocar la farola. Para enviar una carta, hace que una jirafa del zoo lama el sello.
David Hammons lo decidió hace tiempo. “Cuanto menos hago, más artista soy. La mayor parte del tiempo me dedico a estar en la calle y andar”. En 1983, en Cooper Square en Nueva York, David Hammons puso a la venta bolas de nieve, ordenadas según su tamaño sobre una alfombra de colores.
Nos queda la imagen de Hammons con abrigo, sombrero y guantes, en una esquina nevada y delante de una cincuentena de bolas de nieve perfectamente agrupadas, sosteniendo en su mano una de ellas y esperando. Mirando hacia un lado con una expresión entre taciturna, burlona y resignada. Vendiendo bolas de nieve y esperando. Esperando una reacción, una respuesta, un sentido. Simplemente esperando. Tiempo.
Montse Badia
Primavera 2008
(Pensa/Piensa/Think es una exposición co-comisariada por Frederic Montornés, Jacob Fabricius, Ferran Barenblit y Montse Badia)
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